El Kuelgue llenó el Bioceres Arena con su particular música y una incomparable energía contagiosa
En la segunda presentación de la banda liderada por Julián Kartún en el Bioceres Arena ofreció un show de música contundente durante las dos horas que duró su participación, en la cual repasó todos sus éxitos y demostró, una vez más, el motivo del porqué son grandes referentes de la escena actual del rock en Argentina.
El Kuelgue desató – desde el mismo comienzo del recital – un clima de fiesta en el público asistente, que disfrutó la entrega de la banda desde el primer acorde de sus temas y hasta su particular impronta polifacética, mediante la cual fue fusionando géneros con cuotas de humor y con una energía contagiosa que se trasladó inevitablemente a sus seguidores, generando una química única para una experiencia que se volverá irrepetible.
Los temas se fueron dando unos tras otros siempre inmersos en un contexto de mucha improvisación, teatro y altas dosis de baile. Así sonaron: “Peluquita”, “Hola Precioso”, “Carta para no llorar”, “Parque Acuático”, “Circunvalación” y “En Avenidas”, dándole forma a una especial puesta en escena que acompaño a sus cargados hitos sonoros que dejaron al descubierto “postales urbanas” que refieren sus letras, todo bajo el sello de un estilo musical muy propio, ese que le permite mantener bien en alto la intensidad del vínculo con la gente.
Luego llegó el turno para temas que son una bandera de la banda como: “Bossa & People” que fue coreado por todo el auditorio hasta convertirlo en un himno irresistible. Hubo tiempo para que el público acompañara con devoción las letras de temas como: “Ayer real”, “Sinoca”, “Díganselo” y “Parque acuático”, todo en un marco de espontaneidad, ocurrencia y frescura de un grupo que encontró en Kartun a un líder por demás de carismático.
Pero la noche no hubiera estado completa, si El Kuelgue no incluía en su repertorio dos covers que provocaron el delirio total en el auditorio, ¿uno es una sentida interpretación de “Could You Be Loved” del legendario Bob Marley, y otro el clásico inoxidable “Mil horas” de Los Abuelos de la Nada, que hizo cantar y delirar a cada uno de los presentes en el recital. Es muy necesario destacar la impecable organización del evento que ayudó a que la experiencia fuera completa, desde la calidad del sonido hasta la disposición del espacio, todo estuvo a la altura de la propuesta artística.
El Kuelgue se pegó una vuelta por Rosario y nos regaló dos noches para el recuerdo, donde la música fue solo un pretexto para compartir un enorme show en donde sonar bien, entretener, ser creativo y genuino se pudieron conjugar para el disfrute de los rosarinos y para hacer que la experiencia haya sido totalmente completa. El histriónico Kartun lo hizo de nuevo, porque con su especial impronta dejó en el aire un halo de magia, ese que hizo que cada uno de los participantes de la velada se haya ido a sus casas con las ganas de volver a verlos pronto.