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Córdoba tiene en Llaryora y Passerini a sus “domadores de la grieta”

“No de nuevo, decía”, señalaba un archiconocido spot publicitario, y recordar el mismo nos sirve para poner en contexto el nuevo revés electoral que le anotaron a la cuenta de la grieta, el segundo en el término de un mes y en el mismo lugar del planeta: Córdoba. Primero fue Martin LLaryora derrotando a Luis Juez en la competencia por la gobernación y este fin de semana pasado le tocó el turno a Daniel Passerini quien venció a Rodrigo De Loredo por la intendencia de la ciudad capital.

La idea de nacionalizar la campaña provincial en Córdoba fracasó rotundamente, ya que con los resultados puestos y con el diario del “lunes” los principales dirigentes de Juntos por el Cambio no pudieron anotarse una victoria deseada, es más, el triunfo de Passerini en la capital de la provincia mediterránea sembró un sinfín de dudas para el futuro inmediato de la principal alianza opositora nacional y que tiene en las PASO nacionales del 13 de agosto su primer gran escarnio público que le permitirá saber con qué base de empatía cuenta en el electorado del país.

Cabe recordar toda el agua que corrió debajo del puente de las elecciones cordobesas, como el fuerte apoyo de Patricia Bullrich y de Horacio Larreta para la candidatura de Luis Juez oportunamente y después para De Loredo, que se justificaron solo por esa necesidad de Juntos por el Cambio de poder colgarse medallas en sus solapas, para exhibir como trofeos en la previa de las Primarias, que perseguían el objetivo de entregarle contenido y fortalezas a la fuerza política para lo que vendrá.

El traspié de Juez mucho más escueto en las cifras que la derrota que sufrió De Loredo abrió un enorme interrogante sobre el verdadero valor que hoy tiene seguir agitando “la grieta”, porque esa búsqueda desenfrenada de sumar apoyo del electorado con la sola premisa – no negociable- “de votar a uno para que no gane el otro”, parece tener fecha de vencimiento y hasta levantar sus banderas resulta contraproducente en este contexto tan peculiar de indisimulable enojo de la gente con la clase política.

El discurso de Martin LLaryora (durante el festejo de Passerini) sacudió los cimientos del establishment de la política, le puso palos en la rueda al extremismo exacerbado por el kirchnerismo y el macrismo. Porque como diría el Chavo, “sin querer queriendo” el electo gobernador de Córdoba descubrió con su emotiva discursiva las actitudes de los “pitucos de Recolecta” lo que generó reacciones a doquier, en cada rincón de Argentina, poniendo en riesgo la salud de la grieta para ambos lados del mostrador de la misma.

Todos lo saben, aunque muchos se callaron por conveniencia u obediencia, que la General Paz es una frontera “no confesada” para delimitar la mayoria de las decisiones gubernamentales y esa forma de gobernar género que haya un país federal que aguarda ser atendido y otro unitario beneficiado por las acciones de la Casa Rosada, y ese interregno, tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio supieron hábilmente construir las bases de su poder y los únicos perjudicados de esa recurrente centralización de poder fueron los argentinos de tierra adentro, cuyas realidades jamás fueron tomadas en cuenta responsablemente, es más solo fueron monitoreadas a la distancia con cierto soslayo.  

El gobernador electo con su arenga sacudió el avispero, puso en primera plana del inconsciente colectivo social la desigualdad existente en Argentina, y provocó con ello un terremoto en la zona de confort de cuanto dirigente es beneficiado por tan recurrente y absurdo extremismo político.En las vísperas de las PASO, en épocas donde el electorado empieza a meditar el destino de su voto, en Córdoba las urnas ya dieron su veredicto y marcaron un camino transformando a LLaryora y Passerini en verdaderos “domadores de la grieta” y a partir de sus logros electorales le han dejado un claro mensaje al resto de la sociedad toda, quizás en ese mensaje de esperanza podamos encontrar las razones que se necesitan para construir otra Argentina, más unida y mas justa, alguna vez la “taba” deberá caer del lado correcto. Ojalá sea esta esa vez..

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