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Extensa charla telefónica entre Biden y Xi Jinping, con Taiwán como eje de la tensión

Los presidentes de Estados Unidos y China, Joe Biden y Xi Jinping, charlaron este jueves durante 137 minutos, en una “franca” conversación telefónica en la que el líder asiático advirtió al mandatario de Estados Unidos no “jugar con fuego” por Taiwán, y el jefe de la Casa Blanca ratificó que la postura de su país sobre esa isla “no ha cambiado”, y aun así dieron el primer paso para una futuro encuentro en persona.

“Aquellos que juegan con fuego acabarán quemándose”, le dijo Xi a Biden, según la estatal agencia Xinhua, una expresión que ya había usado en la conversación que ambos mantuvieron en noviembre.

Del otro lado, la Casa Blanca reveló que Biden respondió que Estados Unidos “no ha cambiado” su posición respecto a Taiwán y, por eso, “se opone enérgicamente a los esfuerzos unilaterales para cambiar el statu quo o socavar la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán”.

Aun con esas discrepancias, sentaron las bases para un futuro encuentro en persona, por supuesto todavía sin fecha ni sede.

Una funcionaria estadounidense que pidió el anonimato dijo, según la agencia AFP, que Biden y Xi acordaron que sus equipos busquen el momento apropiado para un encuentro presencial.

Taiwán apareció como la cuestión saliente de la charla que los dos mandatarios tuvieron hoy, la quinta cumbre virtual entre ambos desde que el demócrata llegó a la Casa Blanca.

“La posición del Gobierno y el pueblo chino sobre el tema de Taiwán es consistente. Es la firme voluntad de más de 1.400 millones de chinos de salvaguardar firmemente la soberanía e integridad territorial de China”, remarcó Xi, según las agencias Sputnik y AFP.

China considera a la isla como una de sus provincias históricas y reivindica su soberanía, por lo que rechaza cualquier iniciativa que dé legitimidad internacional a las autoridades taiwanesas y a cualquier contacto oficial entre Taiwán y otros países.

Y el anuncio de un probable viaje a la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a horas de la conversación, puso el tema en primer plano, por encima de otros habituales motivos de asperezas entre Beijing y Washington.

Como China considera el viaje de Pelosi -una de las principales personalidades del Estado- una provocación, ya había advertido el miércoles que Washington deberá “asumir todas las consecuencias” de esa visita, en rigor todavía no confirmada.

Estados Unidos teme que el presidente Xi esté considerando el uso de la fuerza para imponer el control sobre Taiwán, más allá de que hasta no hace mucho se consideraba improbable una invasión.

De fondo, declaraciones contradictorias de Biden sobre Taiwán parecieron complejizar el cuadro: en mayo dijo que Estados Unidos defendería la isla, pero más tarde la Casa Blanca insistió en que mantenía la llamada política de “ambigüedad estratégica”.

Estados Unidos reconoce al régimen chino desde 1979, según el principio de “una sola China” cuya capital está en Beijing, pero aunque no reconoce oficialmente a Taiwán, lo apoya militarmente.

La reunificación de Taiwán es la “misión sagrada” del Ejército Popular de Liberación (EPL) y las Fuerzas Armadas Chinas prometen “tolerancia cero” hacia la independencia de la isla, considerada parte “inalienable” de la República Popular.

Y no casualmente el mismo día de la conversación, el vocero del Ministerio de Defensa chino, Wu Quian, subrayó que el tema de Taiwán “concierne exclusivamente a los asuntos internos de China y no hay lugar para la injerencia de Estados Unidos”, en declaraciones en las que, además, acusó a Washington de “decir una cosa y hacer otra” sobre la isla.

Wu fue aún más allá y reiteró que el Ejército no tolerará ningún movimiento secesionista de “independencia de Taiwán” o interferencia de fuerzas externas y detendrá resueltamente estos intentos, en respuesta a la aprobación de la ley que autoriza a la Defensa estadounidense a mantener el apoyo militar a Taiwán en el año fiscal 2023.

Según el Gobierno estadounidense, la Casa Blanca, el principal objetivo de Biden es establecer “salvaguardas” para las dos superpotencias para evitar un conflicto abierto.

Biden “quiere asegurarse” de que sigan abiertas “las líneas de comunicación con el presidente Xi sobre todos los temas, ya sean aquellos en los que estamos de acuerdo o los que tenemos dificultades significativas, para que siempre puedan levantar el teléfono y hablar con franqueza”, dijo antes de la reunión el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.

Preguntado sobre si Biden podría levantar algunos de los aranceles del 25% impuestos por su antecesor, Donald Trump, sobre productos chinos por miles de millones de dólares, el portavoz dijo que aún no adoptó una decisión.

“Creemos (…) que los aranceles establecidos estaban mal diseñados. Creemos que han aumentado los costos para las familias estadounidenses y las pequeñas empresas, así como para los ganaderos”, dijo Kirby, que también criticó “las prácticas comerciales dañinas de China”.

La misma funcionaria que reveló la chance de un encuentro cara a cara señaló sobre el tema que Biden expresó a Xi las preocupaciones “sobre las prácticas injustas de China que perjudican a los trabajadores y las familias estadounidenses”, aunque evitó hablar de “los posibles pasos que podría dar”.

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