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Massa, el “Círculo Rojo” y una moneda en camino hacia la fuente de los deseos

“Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él” – Paulo Coelho

La espina la trae clavada desde las elecciones del 2015 como una herida que nunca cierar, allí un dirigente emergente derrotó a Cristina Kirchner y evitó su re-reeleccion. Ese éxito electoral impensado lo convirtió casi en un “rockstar” de la política con más del 40% de intención de voto y por esa sencilla razón estuvo tuteándose con la latente y cierta posibilidad de ser presidente de la Argentina.

Por estas horas la política y su vida se volvieron a alinear, como esos planetas que de vez en cuando nos regalan un eclipse, para que el tigrense pudiera ser ungido como el candidato de la unidad peronista. En silencio, como caminando en puntas de pies entre las piedras, el actual ministro de Economía salió de la reunión con Cristina Fernández con el sayo puesto y con el compromiso asumido de representar a Unión por la Patria en la próxima contienda electoral.

La candidatura de Massa se fue cocinando a fuego lento, en un exilio mediático obligado porque la economía es el talón de Aquiles del actual gobierno. Como si fuera Atlas, ese titán responsable de llevar el peso de los cielos sobre sus hombros, el ex candidato presidencial esta obligado a mantener el fino y complejo equilibrio que exige la inflación y la cotización del dólar, variables que mantienen en jaque no solo a sus raídos bolsillos sino a la vida misma de los argentinos. Ni lerdo ni perezoso Massa confirmó su continuidad en la cartera. No es cuestión arrancar con el desafío presidencial con el pie izquierdo…

El ministro de Economía recibió la “bendición” de Cristina Kirchner y eso allanó el camino para su candidatura presidencial.

El anuncio de la decisión de que haya un candidato de unidad no estuvo exento de enojos y rechazos. Uno imagina que tanto Scioli como Wado de Pedro seguramente habrán pasado por la etapa del “mastique y trague, trague y mastique” como en la estrofa del tema de Shakira. Aunque ambos bajaron sus candidaturas por el bien de lo colectivo: “primero la patria, después el movimiento y luego los hombres”, reza una de las verdades peronistas y enfundados en esa premisa los dirigentes depusieron sus sueños propios y quisieron rendirle tributo a la sagrada liturgia partidaria.

La realidad electoral nos revelaba que ambas candidaturas tenian sabor a poco y no daban el piné para dar una adecuada respuesta en las urnas a las exigencias impuestas por el oficialismo. Scioli y De Pedro no gozaban con el apoyo necesario puertas adentro de la fuerza y lo que más preocupaba a los estrategas del frente, no provocaban respuestas positivas en el electorado y la idea de participar en los comicios para entregar una derrota de antemano no estará nunca en la génesis del peronismo.

Sergio Massa en el 2013 derrotó a Cristina Kirchner y evitó su re-reelección.

“En un escenario social tan volátil donde los humores de la gente ponen a la política en el foco de sus quejas y reclamos, no presentar, al menos, una formula competitiva hubiera sido suicida”, señaló un dirigente del peronismo local a este medio. Una frase que justifica, si se quiere, el arribo de Massa a la candidatura única, aunque conviene reconocer que la figura del líder del Frente Renovador goza de muchos detractores, principalmente, dentro del núcleo duro kirchnerista. “Todos tienen que tragar un poco el sapo”, solia decir Perón sobre las ingratitudes de la política y en esa tarea andarán por estos momentos muchos dirigentes afines a Cristina, ni más ni menos, porque no les queda otra.

A favor de Sergio Massa juega la excelente relación que siempre ha sabido generar con el empresariado argentino. “Hacer buenas migas con el mundo de los negocios, garpa”, acotó un ex ministro de economía provincial poniendo en valor la elección del ex intendente de Tigre para competir por la presidencia. El “Círculo Rojo” ve con buenos ojos el posible arribo de Massa al Ejecutivo nacional, porque lo consideran un dirigente que prioriza el diálogo y el consenso, mostrando una postura que está en las antípodas de la reconocida intransigencia del kirchnerismo. Allí Massa suma musculatura a su candidatura, porque si los mercados se aquietan y la economía empieza a mostrar inmediatas muestras de mejoría, crecerán sus posibilidades. Una curiosa teoría del Caos donde cada pieza deberá estar en fina sintoniza con el resto…

Scioli debió deponer sus ganas a postularse ante el pedido de Alberto y Cristina.

En vísperas del cierre de listas, la designación de Massa se cobró la primera víctima, Facundo Manes desistió de ser precandidato a presidente para no propiciar la dispersión de votos dentro de la alianza opositora. Mientras tanto, toda la oposición salió a cruzar con coloridas criticas al tigrense y al PJ por su designación, saben ellos, mal que les pese que en la política argentina nace un nuevo escenario, incierto e impensado, porque nadie puede ser capaz de evaluar el alcance de apoyo que pueda llegar a obtener la figura Massa en el electorado llegado el momento de las elecciones.

Lo que está claro – es que en un cuadro reactivo con la dirigencia política- se desarrollarán las campañas electorales, allí los candidatos deberán poner su mejor “cara de circunstancia” para poder sortear el enojo de la gente y en ese terreno infértil de sentimientos comunes intentar buscar las maneras para poder generar algo de empatía. Massa se suma como uno de los “últimos pasajeros” al tren de las listas, sabiendo que lo suyo dependerá en gran parte de lo “amable” que sea con su persona el “Círculo Rojo”, es casi como esperar que esa moneda camino a la fuente de los deseos le permita hacer realidad ese sueño que le quedó inconcluso hace tiempo, el de ser presidente de los argentinos. “Que Dios, la patria y el pueblo se lo demanden”, si es necesario, llegado el momento.

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