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La ruptura entre Meloni y Le Pen arruina las perspectivas de poder de la extrema derecha en la Unión Europea

Cuando un ministro francés comparó el año pasado a la primera ministra nacionalista de Italia, Giorgia Meloni, con la líder de la extrema derecha francesa, el primer ministro italiano llamó al presidente francés, Emmanuel Macron, para quejarse.

Meloni estaba tan indignada que el líder francés se sintió obligado a enviar un emisario a Roma para apaciguarla, revelaron dos fuentes con conocimiento de las conversaciones.

El mensaje del primer ministro italiano a Macron fue claro, según una de las fuentes: ella no era una versión italiana de Marine Le Pen.

Tanto la oficina de Macron como la de Meloni declinaron hacer comentarios sobre el incidente, del que no se había informado previamente.

La ira de Meloni ilustra la profundidad de las divisiones dentro de la derecha nacionalista europea que pueden obstaculizar sus esfuerzos por ejercer el poder a nivel de la UE a pesar del apoyo récord antes de las elecciones al Parlamento Europeo en junio, según media docena de fuentes con conocimiento de la estrategia de sus partidos.

Las encuestas predicen que los partidos nacionalistas y euroescépticos de Europa obtendrán un número récord de votos en junio.

Se espera que los votantes castiguen a los partidos tradicionales por no proteger a los hogares de la alta inflación, frenar la inmigración y ofrecer vivienda y atención sanitaria decentes.

Meloni lidera de facto el grupo de extrema derecha Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) dentro del parlamento, mientras que Le Pen es una fuerza impulsora del grupo Identidad y Democracia (ID), más abiertamente anti-UE.

Una fusión entre sus dos grupos en el Parlamento Europeo es muy improbable porque la estrategia de Meloni, ahora que está en el poder, es maximizar la influencia italiana dentro de Europa colaborando con las instituciones de la UE, no luchando contra ellas, observaron las fuentes.

Le Pen, por el contrario, está decidida a demostrar que “la Europa de Macron”, como ella la llama, le está fallando a la gente común.

“Lo que Meloni realmente quiere es formar una coalición de derecha en el Parlamento Europeo para ocupar una posición fundamental”, declaró a la agencia de noticias Reuters Nicolas Bay, miembro francés del Parlamento Europeo.

Su partido, Reconquete, un rival francés de extrema derecha de Le Pen, firmó una alianza con Meloni el mes pasado.

Jean-Paul Garraud, líder de las tropas de Le Pen en el Parlamento Europeo, acusó al ECR de favorecer la adhesión de Ucrania a la UE, el intercambio de inmigrantes entre los países europeos y acuerdos comerciales que perjudican al sector agrícola europeo.

En su sitio web, ECR proclama que quiere una Europa que sea “segura y protegida”, “un sistema de inmigración que funcione”, “que todos los Estados miembros sean tratados por igual” y que “apoyen a Ucrania”.

En toda Europa, la extrema derecha está ganando impulso.

En Francia, Le Pen está 12 puntos por delante de Macron, mientras que Alternativa para Alemania (AfD) ocupa el segundo lugar a nivel nacional.

El Partido de la Libertad holandés ganó las elecciones de noviembre por un margen sorprendente, mientras que el Chega de Portugal cuadruplicó este mes su número de escaños parlamentarios.

Chega, el Partido de la Libertad y AfD pertenecen al ID, dominado por el partido Asamblea Nacional (RN) de Le Pen.

A poca distancia de ID se encuentra el ECR, liderado por Meloni, que alberga al antiguo partido gobernante PiS de Polonia.

El sábado, Le Pen desafió a la primera ministra italiana a aclarar si respaldaría a von der Leyen, miembro del PPE, para un segundo mandato.

“Creo que lo harán. Y al hacerlo, contribuirán a empeorar las políticas que tanto están sufriendo los pueblos de Europa”, comentó a los delegados del DI en Roma.

El codirector del ECR, Nicola Procaccini, declaró al periódico italiano Il Tempo que los comentarios de Le Pen eran “inapropiados” y defendió la cooperación con el PPE como medio para contrarrestar a Macron y la izquierda europea.

Si bien la popularidad de Le Pen está creciendo rápidamente en casa, su marca sigue siendo tóxica entre los responsables políticos de Bruselas y, fundamentalmente, entre los conservadores alemanes, apuntaron fuentes diplomáticas francesas e italianas.

El jefe del PPE, Manfred Weber, le dejó claro a Meloni que no podía aceptar una alianza con ECR si fuera el hogar de Le Pen y su partido, dijeron las dos fuentes diplomáticas.

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