Sociedad

Los animales “de sangre fría” envejecen mucho más lentamente que el resto de especies

Las especies denominadas “de sangre fría” como lagartos, lagartijas, víboras, tortugas, reptiles o sapos, entre otras, tienen un proceso de envejecimiento mucho más lento que el resto de los animales, según dos estudios de científicos estadounidenses y daneses.

Los trabajos publicados por la revista Science destacan que esta conclusión desafiaría una teoría de la evolución según la cual la senescencia, o el deterioro físico gradual, es un destino ineludible.

El equipo del investigador David Miller, de la Penn State University y autor de una de las investigaciones, recopiló datos de estudios de campo a largo plazo que comprendieron 107 poblaciones de 77 especies, incluidas tortugas, anfibios, serpientes y cocodrilos.

Utilizaron una técnica llamada “marcar-recapturar”, por medio de la cual cierto número de individuos son capturados y etiquetados primero, para luego, con el paso de los años, seguirlos para ver si se los vuelve a encontrar, derivando estimaciones de mortalidad basadas en probabilidades, según la agencia AFP.

Encontramos ejemplos de envejecimiento insignificante“, explicó Beth Reinke, bióloga e investigadora de la Universidad del Noreste de Illinois y añadió que “esto no significa que sean inmortales, sino que la posibilidad de morir no aumenta con la edad”.

El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud, interesados en aprender más sobre el envejecimiento de especies de sangre fría, para aplicarlo a los humanos, que son de sangre caliente.

Un segundo trabajo fue realizado por un equipo de la Universidad del Sur de Dinamarca que aplicó métodos similares a 52 especies de tortugas en poblaciones de zoológicos y encontró que el 75 por ciento mostraba un envejecimiento insignificante.

“Si algunas especies realmente escapan del envejecimiento y los estudios mecánicos pueden revelar cómo lo hacen, la salud humana y la longevidad podrían beneficiarse”, apuntaron los científicos Steven Austad y Caleb Finch.

Sin embargo, notaron que incluso si algunas especies no tienen una mortalidad creciente a lo largo de los años, sí exhiben enfermedades relacionadas con la edad.

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