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Vida activa, saludable y abierta al conocimiento: Los secretos de la nueva longevidad

Hacia 2050, el porcentaje de la población mundial mayor de 60 años casi se duplicará, pasando del 12% al 22%. Además, el 80% de las personas mayores vivirá en países de ingresos bajos y medios, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este cambio demográfico exige, por tanto, una planificación estratégica y el diseño de programas dirigidos a este grupo etario, teniendo en cuenta los desafíos sin precedentes que esta tendencia genera. 

El paradigma de la nueva longevidad desafía a pensar la vejez como una etapa de oportunidades.

¿Es posible revalorizar la experiencia vital y entender que más allá de la edad se puede ser protagonistas de la propia vida? Los especialistas aseguran que sí.

“La nueva longevidad plantea otro modelo de vejez”, opina Sebastián Fridman, coordinador general del área de Personas Mayores de AMIA. “Donde antes asociábamos esta etapa únicamente con la enfermedad y las pérdidas, hoy se plantea como un período de oportunidades, en el que podemos ser protagonistas. Estamos ante un hecho inédito que genera un gran impacto a nivel global, pero también es interesante poner el foco en la dimensión personal. La expectativa de vida está aumentando en el mundo, y cada vez tenemos que ser más conscientes de cómo nos vamos preparando y poder reflexionar sobre algunas claves para transitar ese momento”, advierte.

Sin lugar a dudas uno de los pilares del envejecimiento activo y saludable es mantener una nutrida vida social.

“Contar con redes de vínculos en esta etapa prolonga la expectativa de vida. La interacción social ayuda a prevenir los sentimientos de soledad y el aislamiento, que pueden tener efectos negativos en nuestra salud mental. Participar en actividades comunitarias, clubes o grupos de interés común, así como mantener relaciones cercanas con amigos y familiares, marca, sin dudas, la diferencia”, señala Fridman.

Para el especialista, otro aspecto central es contar con un proyecto vital, un propósito que le dé sentido a la vida. “Entendiendo por proyectos a actividades significativas y placenteras, que permitan organizar la rutina en el encuentro con otros”, precisó.  “Muchas veces puede tratarse de propuestas a las cuales no se les pudo dedicar tiempo antes, por estar abocados a la vorágine laboral, y ahora se presentan oportunidades para redescubrir hobbies o habilidades que nunca nos habíamos permitido desarrollar”, ejemplificó el coordinador del área de Personas Mayores de AMIA.

Otro aspecto que es importante resaltar es el mantenimiento de hábitos y estilos de vida saludables. En este sentido, la promoción de la actividad física resulta un factor clave. Mantenerse activos no solo mejora la salud física, sino que también contribuye significativamente a la salud mental y emocional. Ejercicios como caminar, nadar o practicar yoga son formas accesibles y efectivas de mantenerse en movimiento, y esto puede ser aún más enriquecedor cuando se disfrutan en espacios grupales con propuestas organizadas.

Además de la actividad física, una adecuada alimentación es fundamental para un envejecimiento saludable. Una dieta rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, combinada con una adecuada hidratación, proporciona los nutrientes necesarios para mantener el cuerpo y la mente en óptimas condiciones. La dieta mediterránea ha demostrado estar relacionada directamente con un incremento en la expectativa de vida.

Seguir aprendiendo y mantenerse cognitivamente estimulados es igualmente recomendable. La educación continua y la curiosidad intelectual no tienen edad. Existen variadas propuestas de cursos y talleres que nos permiten entrenar y potenciar nuestras funciones cognitivas. La tecnología juega un papel crucial en este aspecto y facilita el acceso a una vasta cantidad de información, espacios de recreación y oportunidades educativas.

La inclusión digital, por tanto, es otro de los desafíos que debemos asumir con decisión. “Hoy acercar las herramientas del mundo digital a la vida cotidiana de las personas mayores es una necesidad y un derecho”, sostiene Sebastián Fridman.

“Es vital que en esta etapa podamos hacer uso de los diferentes dispositivos con autonomía y confianza. Y ser parte del mundo de las redes sociales, las plataformas y las pantallas de acuerdo con nuestros deseos e intereses”, agregó. Diferentes experiencias de acompañamiento para que personas mayores incorporen y utilicen herramientas tecnológicas demuestran que los resultados son muy positivos y alentadores. 

Está comprobado que la inclusión digital además contribuye a optimizar tiempos, recursos y a mejorar la calidad de vida. De acuerdo al especialista, “desde un enfoque de promoción de derechos, la inclusión digital es también una vía de inclusión social”.

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