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El abandono de Nación para Rosario en la lucha contra el narcotráfico suena como “un plan destituyente al gobierno de Perotti”

“Alberto lo odia a Omar”, fue la durísima confesión que realizó un experimentado dirigente del PJ provincial a este medio, en inequívoca alusión a la mala relación que existe entre el Presidente de la Nación y el mandatario provincial. “Algo huele mal en Dinamarca”, los puentes de la concordia entre Alberto Fernández y Perotti están totalmente rotos, tanto que el titular de la Casa Rosada no le perdona al rafaelino los desplantes, las criticas y la distancia que ha tomado el espacio que lidera en Santa Fe con su persona, algo que sucede hace ya bastante tiempo.

A los popes dirigenciales del “Frente de Todos”, fuerza que conduce Alberto Fernández les molestó mucho las quejas que realizó el titular de la Casa Gris sobre las asimetrías existentes en la distribución de recursos en la Obra Pública, como también los reclamos por las desigualdades en el reparto de los subsidios del transporte publico, y por esa visión capitalina de la realidad argentina. “Son muy federales para cobrar impuestos pero muy unitarios para repartirlos”, había dicho oportunamente el diputado nacional Mirabella, hombre de extrema confianza del gobernador santafesino sobre el obrar poco equitativo del gobierno de Fernández.  

El pedido de Juicio Político a la Corte Suprema reabrió el frente de conflicto entre las partes, como esa gota que rebalsa el vaso, el vínculo se deterioró rápidamente cuando Perotti desoyó los pedidos de Fernández para alinearse detrás de su causa contra la Justicia. El gobernador jamás atendió la demanda del mandatario nacional y prefirió respetar la sentencia judicial antes que embanderarse en una cruzada que sonaba contradictoria a la defensa de las instituciones.

El gobernador provincial sabe muy bien que para enfrentar la próxima contienda electoral doméstica con posibilidades ciertas de triunfo debe, entre otras cosas, generar “una alternativa dentro del peronismo que tenga una impronta opuesta al kirchnerismo, que a la luz de los resultados electorales anteriores siempre fue un contrapeso que atentó contra las expectativas partidarias”. El santafesino reniega con toda candidatura que tenga un perfil filo-kirchnerista y lo ha hecho por demás de evidente cada vez que tuvo que enfrentar las urnas.

Perotti también hizo una adecuada lectura del futuro político del presidente, a pesar de los deseos de Alberto Fernández son casi nulas sus posibilidades de ser reelegido. En el transcurso de esta semana el encuestador nacional Federico González en dialogo con el programa “Con Sentido Político” de Radio Del Plata estuvo de acuerdo con las palabras de Duran Barba que había expresado que “solo en Disneylandia Fernández podría repetir mandato”. Citando a García Márquez el politólogo advirtió que “como el General del cuento del escritor colombiano, Alberto está perdido en su laberinto”, y fue esa la elegante forma con la cual le puso un decorativo epitafio a sus pretensiones.  

No bastaba con la fuerte dicotomía entre Fernández y Perotti que apareció Aníbal, el homónimo ministro de Seguridad de Alberto, para ponerle mas leña al fuego. El fuerte cruce entre el titular del gobierno provincial y el funcionario fue el corolario previsible para el hastió que provoca en cada santafesino la falta de las respuestas que debería dar el gobierno nacional ante el avance del flagelo, sobretodo, al tratarse el negocio de la droga de un delito de carácter federal.

Aníbal Fernández atacó al gobernador sin pruritos, fiel a su estilo, pasándole la pelota por la situación de violencia que padece Rosario: “El problema lo tiene él, entonces que lo resuelva con su policía y nosotros lo ayudamos de la mejor manera“ en respuesta a la critica de Perotti que sostuvo ante los medios “que el funcionario nacional sigue sin entender la realidad de Rosario y si esa es toda la ayuda que puede dar, hay que decirle al ministro que no alcanza”. Lo que esta más que claro es la evidente mala predisposición de A.F. por la recurrente inacción, intencionada o no, por incumplir repetidamente con las promesas de mandar fuerzas federales en cantidad y en tiempo para contribuir a la solución del problema. “Sus promesas eran, como él lo era en ese entonces, grandiosas. Pero sus acciones eran, como él lo es ahora, nada” hubiera dicho William Shakespeare al ver el cuadro completo de la obra.

Mientras tanto, la descontrolada violencia que vive la ciudad de Rosario y que tiene como epicentro las disputas territoriales entre bandas por el negocio de la droga, se salió totalmente de cauce, generando un absurdo derrotero de muertes e instalando a su paso el miedo en las entrañas de la sociedad. El problema principal de la problemática del narcotráfico es que tiene un trasfondo de difícil y compleja solución, pues el poder económico que ostenta el negocio de la droga le ha permitido comprar voluntades en los distintos estamentos sociales, y es así como sectores de la justicia, buena parte de la fuerza policial, algunos actores de la política y del sector económico, muchas veces desde un “cuidado y protegido anonimato” son parte interesada del negocio lo que ha permitido que el mismo creciera a niveles inadmisibles, siendo tantas sus derivaciones en las distintas orbitas del poder que hace muy dificultosa encontrar la receta correcta para darle fin al flagelo.

Las balaceras, el sicariato, la instalación permanente del terror y las muertes por encargo son los estigmas que ha tatuado el narcotráfico en la piel de la sociedad rosarina. La falta de empatia y solidaridad con los rosarinos los deja librados a su suerte y a su destino. Mientras ellos esperanzados añoran recuperar la tranquilidad perdida, desde el gobierno nacional les dieron la espalda a Rosario en un tema tan delicado y con las urgencias que ello requiere. Alberto y Aníbal Fernández miran para otro lado solo porque no le perdonan al gobernador santafesino su desobediencia y por esa razón han urdido con sutileza un acto destituyente en contra de Perotti con el simple hecho de haberlo vaciado de ayuda en el peor momento. ¿Estas con nosotros o no estas con nadie? A veces la política nos regala su lado más perverso.

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