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Dr Jekyll and Mr Hyde: “cuando la mutación se vuelve peligrosa y nada conveniente”

Por Sergio Alcázar

Los cambios en las conductas de las personas, muchas veces pueden ser imperceptibles y otras – como el caso que desarrollaremos a continuación- se dan de forma muy notoria, como cuando un individuo está preso de una ambigüedad curiosa y evidente, llegando a convivir en él dos sujetos, lo verdaderamente problemático en estos casos es cuando las malas actitudes predominan sobre las buenas y no al viceversa, que, en definitiva, sería lo aceptable. Después de su dura declaración en el noticiero que trabajaba, Juan Pedro Aleart ganó un sin fin de empatías y mucha solidaridad, los rosarinos se hicieron eco de su dolor y lo abrigaron en afecto. Un año después, el periodista transita por una incomprensible vereda opuesta a lo que pregonó hace tiempo en el Canal 3, porque su primera experiencia en política viene cargada con una feroz impronta de “odio”, esa marca registrada que tanto hace gala, La Libertad Avanza.

El “episodio Aleart”, bien se podría encuadrar dentro del extraño caso del Doctor Jekyll, siendo este alguien que significa todo lo que está bien, pero muy a pesar suyo comparte su vida con Míster Hyde, un despreciable individuo, perverso y que representa todo lo que está mal. Poco tiempo paso desde el momento que – el ahora candidato a concejal libertario – compartía con la audiencia rosarina un desgarrador hecho de abuso intrafamiliar, y hoy – sin ningún prurito- se monta en una “motosierra discursiva” para poder atacar a diestra y siniestra a todos aquellos que piensan distinto o se oponen a su causa electoral. Fue muy corto el tiempo transcurrido desde entonces para poder llevar adelante un conveniente y necesario duelo tras su denuncia, ahora al periodista lo rodea un aura difusa, y sin buscarlo quedó perdido su relato en las penumbras de un sospechoso interés propio y hasta hace cobrar muchísimo sentido aquello que muchos piensan sobre su oportuna confesión: fue hecha solo “para entrar en la política”.

Mr Hyde y doctor Jekyll, cualquier parecido con la realidad es pura conincidencia.

El mundo de Aleart en las últimas semanas se volvió peligrosamente contradictorio, porque la postura profundamente humana que mostró al tener que contar en público el dolor por tanto abuso padecido se contrapone con un mensaje poco feliz y afortunado al considerar a los médicos del Garrahan como “ñoquis”. El referente del espacio violeta en Rosario parece no meditar su discurso, suelta “sus rimbombantes frases” sin medir nunca las consecuencias que conllevan sus palabras. Juan Pedro, esta visto, solo busca causar rápido impacto en la sociedad y ser digno de formar parte del rebuscado “sentido de pertenencia” de su espacio. Actúa en consecuencia buscando congraciarse en todo momento con la idealidad extraña que pregona a su paso Javier Milei. El “fin parece justificar siempre los medios” y por ese particular camino Aleart avanza a paso redoblado, sin un ápice de convicción propia, casi siempre obra como si estuviera, en piloto automático.  

Para el establishment libertario, los actos de las personas en su vida privada están regulados por el libre mercado de su particular moralidad, en ese dudoso sentido de decencia que los caracteriza, “el abuso en todas sus formas” no estaría nunca contemplado como un delito, porque hasta fueron propensos a hablar de “niños envaselinados y otras yerbas” y esa ambivalencia ética descoloca desde el vamos la valerosa cruzada emprendida por Aleart allá en el tiempo en su búsqueda de justicia. Como resultar ser en este contexto, un candidato creíble, el periodista se pierde – desde su arribo mismo a la arena política – en el laberinto de su dicotomía moral. Si uno recorre los comentarios de las publicaciones del periodista en sus redes sociales se podrá encontrar con muchos rosarinos que lo votaron y que ahora profesan un fuerte desencanto y una gran desilusión hacia su persona debido a los frágiles valores humanos que ostenta y a sus nuevas malas maneras de relacionarse con los demás dirigentes de la ciudad.    

El periodista en abril del 2024 hizo al aire una denuncia fuerte y cargada de mucho dolor, la duda que sobrevuela hoy cada uno de sus actos pasa por saber, si la confesión parte de una estrategia para “entrar en la política”.

El fenómeno libertario quizás llegue a ser solo una moda estacional, porque su existencia no está sustentada por ninguna base ideológica, solo empujada y sostenida por sus reprochables creencias para lograr una sociedad mejor. El Aleart político con el paso de los días y por su carente falta de solidaridad social se muestra cada vez menos parecido al doctor Jekyll y sus repetidos gestos virulentos lo acercan – sin escalas – aún más al señor Hyde: “Me sorprende Juan Pedro, paso de ser un pollito mojado a sentirse cómodo hablando de motosierra, pidiendo cercenar derechos a los trabajadores y lo más grave, le encanta mostrarse despiadado con el prójimo”, señaló a este medio un reconocido dirigente santafesino, bastante molesto con el actual obrar del periodista.

Cuál será la vara moral y electoral que medirán los votantes rosarinos al momento de enfrentar las urnas en las generales de fin de mes. El pronóstico del resultado del comicio pinta hoy totalmente incierto, principalmente debido a la fragilidad de los apoyos que acompañaron al espacio libertario en abril, ya que muchos de los votantes se muestran por estos días arrepentidos con ese voto de confianza, debido a este perfil de rasgos bastantes inhumanos que ha adoptado el candidato violeta para enfrentar este recorrido de campaña. Los rosarinos siempre se han caracterizado por ser electores inteligentes al momento de votar un candidato, además esta vez, deberán sopesar al momento de entregar el favor de su sufragio otras cuestiones más intangibles, más emocionales, esas que están ligadas con elrespeto por la democracia y las instituciones. Por esa razón el 29 de junio estarán obligados a decidir de qué lado de la historia van a querer estar, porque el futuro de la ciudad de Rosario dependerá mucho de ello….

Dr. Jekyll y Mr. Hyde, cualquier parecido con alguna situación de la realidad política rosarina ya no es pura coincidencia y no hace ninguna falta recordar cómo termina la película. Están convenientemente avisados….

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