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Atentado contra Cristina: La política santafesina, los profetas del odio, la Biblia y el calefón

“Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos” –  François de la Rochefoucauld

La política, la sociedad argentina y el mundo mismo se vieron conmocionados por el intento de magnicidio que padeció la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Las imágenes del arma apuntando a la ex presidenta, la cual se gatilló a pocos centímetros de su cabeza,  generó estupor y repudio en “casi” todo el arco político. Sin importar las banderas partidarias,  el sentimiento de solidaridad sobrevoló – como correspondía- la grieta aunque, como siempre ocurre, hubo lugar para deshonrosas excepciones.

Un rato después de consumada la detención del joven de origen brasilero que atentó contra la vida de Cristina, la diputada provincial Amalia Granata se despachó en su cuenta de twitter señalando que el atentado estaba “todo armado” y utilizó el término “pantomima” para definir lo ocurrido y agregó “ya no saben que hacer para victimizarla” en referencia al “supuesto” entramado preparado para favorecer a la vicepresidenta.

La confirmación generada por el peritaje policial que indicaba que el arma estaba cargada con 5 proyectiles y apta para ser usada, le dio visos de total veracidad al hecho, y confirmó que no fue ningún “montaje” como quiso hacer suponer la legisladora santafesina. Lo sorprendente de la catarata de publicaciones de la ex panelista de América es que fueron realizadas por  una dirigente que hizo campaña con un mensaje próvida- gracias a ello sacó casi 300mil votos- embanderada detrás de la causa del pañuelo celeste antiaborto y la defensa de los valores de la familia.

Como diría el tango “Cambalache”: “Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”. Granata quedó presa de su “incontinencia textual”, lo más curioso y “grave” a la vez es que alguien que luchó por la defensa de la vida se haya convertido en la embajadora de una misiva tan pletórica de odio. La “visión” de los hechos según Amalia abona a la profundización de la grieta, genera mas división que concordia y en un momento tan rispido para las relaciones humanas entre pares dentro de la  sociedad argentina, su arenga irresponsable resulta ser, un detonante más, que pone en peligro la democracia misma en el país.

Como el tango de Discepolo reza que “vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo, todos manoseados”, Amalia no estuvo sola en su disruptiva postura ante el atentado, casualmente otro defensor de las dos vidas y también diputado Nicolás Mayoraz  en sintonía con la periodista escribió en la red del pajarito que “El peor atentado lo sufre día a día el pueblo argentino: 50% vive bajo la línea de pobreza, 90% de inflación, inseguridad, corrupción, violencia y falta de oportunidades; con un gobierno que no sabe cómo resolver ninguno de esos problemas que sí son reales” un texto que busca claramente desmerecer la gravedad del ataque que sufrió la presidenta del Senado.

En un contexto casi unánime de toda la “clase” política santafesina, donde sin distinción entre oficialismo y oposición, expresaron su total rechazo y repudio a la agresión a Cristina, como una lógica consecuencia del sentido común y humanitario que debe atesorar a toda persona de bien. Por esa razón las acciones de Granata y Mayoraz quedaron demasiado expuestas y hasta se puede asegurar, desmerecen el voto de confianza que les otorgó el electorado para representarlo. La periodista y el abogado actuaron a contramano de las causas que supieron defender, y se pusieron- por decisión propia – el “delicado sayo” de “profetas del odio”. “Que podes esperar de alguien que cobraba para ser candidata” señaló con gesto de enfado a  este medio un empresario rosarino en referencia a quien compitió hace 5 años por un cargo en el Congreso Nacional.

La Legislatura santafesina debatirá por estos días el pedido de remoción de Amalia Granata a su banca. El “trámite” lo lleva adelante el diputado Leandro Busatto y tendría “a priori” el “visto” bueno del PRO, de algunos espacios de izquierda y también de sectores “celestes“. Habrá que ver que postura toma el socialismo que representa la mayoría en el recinto. La UCR según expresó el legislador Pullaro haría caso omiso a la solicitud de expulsión de la periodista. Granata se metió solita en este “berenjenal”, su espíritu libre y su poco apego a la “corrección política” le jugaron una mala pasada y quedó nuevamente en el centro de la tormenta.

Mientras todo el arco político de la provincia pide por mejores gestos dirigenciales, por unidad y por más diálogo entre los espacios, la periodista eligió ponerse del otro lado del mostrador, casi en soledad, “sin importarle demasiado el que dirán”. Hasta se podría decir “como posando” en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches donde “ves llorar la Biblia junto a un calefón”

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