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Los Rolling Stones presentaron en Nueva York “Hackney Diamonds”

A la misma hora en que “Hackney Diamonds” subía a las plataformas digitales en todo el mundo, Los Rolling Stones celebraron en la noche del jueves su lanzamiento con un show privado en la ciudad de Nueva York.

El concierto sorpresa se llevó a cabo en “Racket”, un espacio para no más de un centenar de espectadores, ubicado en 431 oeste de la calle 16, y contó con Lady Gaga como invitada especial.

Según contó una testigo presencial, la banda interpretó siete canciones, cuatro de ellas de su nueva placa, y tres clásicos.

El repertorio estuvo integrado por “Shattered”, “Angry”, “Whole Wide World”, “Tumblin Dice”, “Bite My Head Off” y “Jumping Jack Flash”.

A la hora de los bises, hizo su aparición Lady Gaga, quien conmovió con un sensacional desempeño vocal en “Sweet Sounds of Heaven”.

Hasta el momento, el grupo aún no anunció una nueva gira pero se descuenta que ocurrirá en poco tiempo debido al impacto mundial de este nuevo disco. Incluso, algunos rumores señalan que en el primer semestre de 2024 Sudamérica sería uno de los puntos en los que recalaría el tour.

EL NUEVO DISCO

La vitalidad y vigencia que Los Rolling Stones, la banda más longeva del planeta, viene demostrando desde hace varios años que el vivo se trasladó ahora a una nueva producción discográfica, la primera con canciones originales desde “A Bigger Bang”, de 2005, con el lanzamiento mundial de “Hackeny Diamonds”, su flamante álbum disponible desde la medianoche de este viernes en plataformas digitales.

A lo largo de doce canciones, el ahora trío conformado por Mick Jagger, Keith Richards y Ron Wood asombra por su frescura, su intacto pulso rockero y su recorrida por todos los componentes musicales que forjaron el carácter de la banda a través de sus más de 60 años de historia.

Resulta excitante comprobar cómo se mantiene intacto el brillante diálogo entre la expresiva voz de Jagger y los imprescindibles riff de guitarras de Richards; del mismo modo que los remolinos instrumentales que producen los cruces de las seis cuerdas de este último con Ron Wood.

La placa cuenta con invitados con peso propio, como el caso de Paul McCartney, en su primera colaboración instrumental formal con los Stones a pesar de años de estrecha relación -solo había participado en los coros de “We Love You” en los ´60-; los pianos de Elton John y Stevie Wonder; y Lady Gaga.

Lo curioso es que todos estos artistas se pusieron al servicio de la causa y eligieron pasar desapercibidos en pos de sumar un valioso aporte al vendaval sonoro generado por la legendaria banda y mimetizarse con el estilo que marcó a lo largo de su existencia.

Y como si todo esto fuera poco, hay dos cortes en los que aparece el entrañable Charlie Watts, en los últimos registros que realizó junto a la banda, antes de su fallecimiento en 2021; y en uno de ellos se suma también Bill Wyman, bajista original que se bajó del barco en 1993, por lo que por un instante cobra cuerpo el viejo espíritu del grupo, cuando aún funcionaba como quinteto.

En este punto, cabe recordar que esta producción es la primera desde la muerte del baterista, y su lugar es ocupado por Steve Jordan, un experimentado músico que fue parte de X-Pensive Winos, el grupo que acompañó a Keith Richards en sus aventuras solistas.

Jordan cuenta con un golpe de tambor menos sutil y más agresivo que el de Watts, pero aunque se nota la diferencia, tiene la virtud de no alterar el semblante sonoro tradicional de la banda en este trabajo.

La realidad es que “Hackney Diamonds” exuda rock stone de pura cepa, con guiños al delta blues, el rock sureño, al funk, el honky tonk y hasta el gospel, lo que permite linkear a cada una de sus canciones con otros clásicos de la banda, pero todo ello desde una lectura anclada en el siglo XXI, gracias al rejuvenecimiento sonoro logrado por el productor Andrew Watt, quien acumula en su currículum nombres fuertes del pop moderno, como Dua Lipa y Justin Bieber.

Todo un acierto además que los dos temas que Los Rolling Stones anticipó antes del lanzamiento del disco hayan sido “Angry” y “Sweet Sounds of Heaven”, el primero por su potencial para convertirse en un nuevo clásico de la banda a raíz de la síntesis lograda de elementos musicales que definen al grupo; y el segundo por su ambiciosa y fantástica confección, lo cual lo erige en uno de los mejores cortes del álbum.

Como no podía ser de otra manera, “Hackney Diamonds” abre con “Angry”, un track que por sus características y su pulso podría posicionarse como un nuevo “Start Me Up”: El conteo de cuatro de Jagger en su inicio da la sensación de banda tocando un vivo en el estudio da paso a la suerte de pregunta-respuesta que configuran la voz del cantante y el riff de Richards. Los fraseos y el solo de Wood completan la química perfecta y, si bien el estribillo no resulta tan pegadizo y presenta uno de los puntos flojos de la canción, se redime en la coda final.

Le sigue “Get Close”, un medio tiempo en el que nuevamente Richards despliega su capacidad para generar riff que dan sustento a la parte principal de la canción; Jagger desgrana su agresiva dulzura, la cual tiene su correlato musical en la sucesión de un solo de saxo en el medio y el cruce de filosas guitarras. A ellos se suma Elton John en su primera intervención del disco con un piano al estilo honky tonk que amplia la paleta sonora.

“Depending On You” mantiene ese medio tono, aunque con un toque country dado por el uso de una steel guitar, y aunque podría haber sido una balada destinada a quedar perdida en el álbum, la dramática interpretación de Jagger eleva su rango y justifica su inclusión.

“Bite My Head Off” es una de las grandes joyas del disco por el excitante rock que presenta, en un estilo casi punk que pareciera mostrar que la distancia entre los Stones y los Sex Pistols no está muy alejada; y por la participación de Paul McCartney, quien se sube al sonido sucio que propone el corte, con un bajo distorsionado con fuzz. En un tema abordado en un plan salvaje que podría remitir a la etapa de “Exile On Main Street”, la gran frutilla del postre la pone Ron Wood con un vibrante solo sobre el final.

La primera mitad del disco se completa con “Whole Wide World” una canción más cercana al cancionero pop a la que la presencia de guitarras filosas y el marcado riff de Richards liberan del tono melancólico a su pegadizo estribillo; y con “Dreamy Skies”, corte que coquetea con el delta blues y el rock sureño desde el uso nuevamente del steel guitar.

“Mess It Up” y “Live By The Sword” pueden hacer oscilar a los fans entre la excitación y las lágrimas por la presencia de Charlie Watts, cuyo inconfundible toque hace recordar cuánto se lo extraña. Para colmo, el segundo de estos cortes incluye también a Bill Wyman, lo que permite un reencuentro con el quinteto que transito la reinvención del grupo en la segunda mitad de los ´70 y los primeros años de los ´80, y capeó el temporal durante el resto de esa década hasta su resurrección definitiva.

Pero por sobre todas las cosas, se trata de dos temas fabulosos. “Mess It Up” parece una canción sobreviviente de finales de los ´70, como una suerte de extensión de “Miss You”, por el ambiente sonoro disco que recrea, el repique de guitarras funky en el puente y el final, y su estribillo que vuelve irresistibles a las ganas de bailar.

Por su parte, “Live By The Sword”, con los cinco históricos, traza un puente imaginario con “It´s Only Rock and Roll”, y, como si todo eso fuera poco, cuenta otra vez con un maravilloso piano rockero de Elton John, que se mueve de manera saltarina. El final resulta épico, con Jagger rugiendo la letra mientras la banda crea un exultante remolino sonoro.

“Driving Me Too Hard” es otra canción medio tiempo en la que las guitarras rompen con la dulzura y le dan un vigor particular, y a la vez opera como respiro para las emociones que el disco guarda en su tramo final.

La primera de ellas es “Tell Me Straight”, el aporte de Keith Richards, quien se pone sombrío y hace gala de una dulce melancolía en la voz, en un corte que no desencajaría en ninguno de las canciones más reposadas que podría mostrar cualquier banda grunge de los ´90.

Como se señaló antes, “Sweet Sounds of Heaven”, con grandes intervenciones de Stevie Wonder y Lady Gaga, es uno de los puntos más altos del disco. Una canción extensa, con un piano devocional y voces en plan gospel que van ganando intensidad y dramatismo a medida que avanza. Su inicio linkea con “You Can´t Always Get What You Want” y, al igual que ella, va in crescendo para alcanzar un inigualable grado de emoción.

Para el cierre, los Stones eligieron regresar al punto donde todo comenzó, en aquel fortuito encuentro de 1961 en una estación de tren entre Jagger y Richards, cuando se produjo el flechazo musical por el mutuo amor al blues.

Así recrean “Rolling Stone Blues”, el tema de Muddy Waters de donde extrajeron el nombre para la banda. Allí, el dúo creativo se queda a solas para que sobre la base de la arrastrada guitarra acústica de Richards, Jagger recuerde que es un gran cantante de blues y un destacado armonicista.

En definitiva, “Hackney Diamonds” desmiente que Los Rolling Stones es un grupo de octagenarios al que solo le queda reciclar en vivo viejas glorias, al posicionarse como acaso uno de los mejores discos de rock de los últimos años. Ningún amante del género debería perder tiempo y ponerse ya a disfrutarlo.

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