Salud

Terapia con haz de protones para cáncer de hueso salva al tejido circundante

 Julio es el mes para concienciar sobre el sarcoma y llamar la atención sobre aquel grupo de cánceres que empiezan en los huesos o en los tejidos blandos del cuerpo. Hay más de 70 tipos de sarcoma, entre ellos, el cáncer de hueso. Los tratamientos para el cáncer de hueso incluyen cirugía, quimioterapia, radiación y terapia con haz de protones dirigido contra el cáncer.

La terapia con haz de protones es un tipo de radioterapia más precisa que el tratamiento tradicional con rayos X que irradia todo lo que está en su camino. La terapia con haz de protones utiliza aquellas partículas cargadas del átomo, los protones, para que liberen su energía dentro del tumor. Dado que los haces de protones pueden controlarse con mayor precisión, los especialistas emplean la terapia con haz de protones para administrar de manera segura dosis más altas de radiación en el tumor. Esto es particularmente importante en el cáncer de hueso.

«Los tumores en los huesos requieren dosis mayores de radiación que un sarcoma localizado exclusivamente en el músculo, conocido como sarcoma de tejido blando. Esas dosis altas de radiación generalmente exceden lo que pueden tolerar los tejidos normales alrededor de la zona. La terapia con protones permite administrar dosis altas de radiación y, simultáneamente, proteger los tejidos normales», comenta la Dra. Safia Ahmed, oncóloga radioterapeuta en Mayo Clinic.

El cáncer de hueso es raro y solamente representa un 0,2 por ciento de todos los tipos de cáncer. Algunos tipos de cáncer de hueso se manifiestan principalmente en los niños, mientras que otros afectan sobre todo a los adultos. Entre los tipos frecuentes de cáncer de hueso están el sarcoma de Ewing, el osteosarcoma, el cordoma y el condrosarcoma. Los lugares más frecuentes son la pelvis, la columna y la base del cráneo.

La idoneidad de un paciente con cáncer de hueso para recibir terapia con haz de protones depende de varios factores, explica la Dra. Ahmed. El equipo de atención médica considera el plan general de tratamiento para el paciente, la edad, la ubicación del cáncer, el tejido circundante al cáncer, así como los posibles riesgos y ventajas de las dosis altas de radiación.

La terapia con haz de protones conlleva efectos secundarios, que pueden ser agudos, como fatiga, cambios en la piel y dolor cuando el tumor se hincha y comprime los nervios. Los efectos secundarios a largo plazo incluyen daño permanente a los nervios o a los órganos aledaños, fracturas óseas y la posibilidad de desarrollar otro cáncer.

Antes de administrar la terapia con haz de protones, los pacientes pasan por una simulación, que fundamentalmente consiste en un ensayo realista de cómo será la radiación. El propósito es identificar la posición adecuada para el tratamiento, puesto que la radiación es tan enfocada y precisa, aclara la Dra. Ahmed. El equipo usa dispositivos de inmovilización hechos a medida con tomografías computarizadas e imágenes de resonancia magnética a fin de crear el plan de radiación para el paciente. A los pacientes también se les hace un pequeño tatuaje azul, del tamaño de un lunar chico, en la zona del tumor para ayudar a posicionarlos bien.

«Somos muy meticulosos porque queremos ofrecer a los pacientes el mejor plan de radiación que también sea el más seguro y eficaz. Una vez concluido el proceso y con el paciente listo para empezar, el tratamiento se administra a diario. En la precisión está todo», dice la Dra. Ahmed.

Los pacientes normalmente reciben la terapia con haz de protones cinco días por semana durante varias semanas, seguido por algunas semanas más de recuperación. Luego, el equipo de atención médica continúa controlando al paciente mediante exploraciones regulares.

«Desgraciadamente, siempre preocupa que el cáncer vuelva a presentarse, pese a que hemos avanzado mucho con todos los tratamientos y los resultados que obtenemos en cuanto a supervivencia y eficacia han mejorado y continúan mejorando», afirma la Dra. Ahmed.

Fuente: Mayo Clinic

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