Ushuaia: Polémica por la instalación de “comederos comunitarios” para perros en las calles
La instalación de comederos comunitarios para perros en las calles de la ciudad de Ushuaia generó una polémica entre asociaciones protectoras de animales, autoridades y científicos, que expresan diferentes posturas sobre los resultados de esta práctica y en algunos casos exponen posibles riesgos para la salud humana y para la convivencia entre distintas especies.
El proyecto fue impulsado por la Asociación Amigos del Reino Animal Fueguino (Araf) durante la etapa más restrictiva de la pandemia de coronavirus, en 2020.
La entidad confeccionó recipientes plásticos a partir de tubos de desagüe y los fue instalando en calles de toda la ciudad adhiriéndolos a postes de luz y rellenándolos periódicamente de alimentos para perros y agua potable.
La intención fue que estos “comederos y bebederos comunitarios” pudieran servir para alimentarse a “animales en situación de calle”, en los momentos en que la mayoría de la gente no podía asistirlos porque cumplía con la cuarentena sanitaria.
Para ello, Araf sumó a “padrinos y madrinas” que donaban cerca de 300 kilos de alimento canino por semana o llenaban los dispensers cercanos a su casa.
Sin embargo, la práctica perduró con el paso del tiempo sin la intervención de las autoridades municipales, que si bien nunca avalaron la distribución de los comederos, tampoco la prohibieron ni la impidieron en forma expresa.
El escenario cambió cuando comenzaron a difundirse fotografías donde se observaban a aves de distinto tipo e incluso a roedores alimentándose en los recipientes destinados a los perros.
El subsecretario de Políticas Sanitarias de la municipalidad de Ushuaia, Lisandro Fonrradona, declaró este jueves que está en “desacuerdo” con la instalación de los comederos y confirmó que a partir de ellos existe una “proliferación de roedores” que pueden transmitir distintas enfermedades.
“No hay una ordenanza que lo prohíba. Nosotros no colaboramos con su instalación y ahora se han transformado en una problemática que deberemos resolver en conjunto. También es cierto que en estos lugares comen muchos perros que tienen dueño o familias cuidadoras”, declaró Fonrradona a medios locales.
Por su parte, el doctor en biología e investigador principal del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic, dependiente del Conicet) Adrián Schiavini opinó que detrás de “una idea bien intencionada” subyace un riesgo para los propios perros, la fauna nativa y exótica, la salud y la seguridad.
El especialista confirmó que está documentado que aves como gaviotas silvestres o chingolos son asiduos concurrentes de estos comederos, donde también se sirven roedores y perros con o sin dueño.
“Una vez que los animales aprenden que allí se consigue comida, no dudan en volver. Y así comparten enfermedades y parásitos. Las consecuencias son impensadas y es un verdadero sinsentido”, afirmó Schiavini.
También mencionó que la modalidad “pone en riesgo a la gente de sufrir ataque de perros por ingresar a su territorio de alimentación y produce disputas entre los mismos animales”.
Por su parte, desde Araf consideraron que oponerse a los comederos es “no sentir ni un mínimo gramo de empatía hacia los animales comunitarios que día a día encuentran en ellos su única fuente de alimento y agua fresca”.
“Desde Araf no favorecemos ni apoyamos la presencia de perros sueltos en la calle, pero entendemos que los comederos son necesarios ya que garantizan la ingesta de alimentos de animales sin hogar”, aseguró la entidad a través de un posteo publicado en redes sociales.
“Quisiéramos vivir en un mundo y en una ciudad ideal donde todos los animales reciban amor, alimento y cariño en la comodidad de un hogar pero somos conscientes de que estamos lejos de lograr ese objetivo”, añadió Araf.