Todo un acertijo: Milei empieza su mandato con una sociedad al límite y sin mucho margen de error
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto” – Georg C. Lichtenber
Mañana 10 de diciembre habrá en Argentina nuevo presidente, los preparativos de la ceremonia para la asunción del economista están inmersos en un clima tenso, expectante, atravesado por la preocupación de los habitantes de esta parte del mundo que quieren – como a dé lugar- abrazarse a ese sutil atisbo de esperanza que les permita creer que un mejor país, aún es posible. Mucho de eso dependerá del tenor y alcance de las nuevas medidas económicas que harán publica el nuevo gobierno “a partir de mañana”, como cantaría Alberto Cortez.
El oficialismo perdió la elección porque se cumplió en las urnas a rajatabla la máxima electoral de toda campaña: “la gente vota con el bolsillo” y precisamente en ese ítem fue donde más falló la administración de Alberto Fernández, que ni siquiera con la fuerte apuesta de colocar a Sergio Massa como ministro de Economía le alcanzó para “mitigar” una inflación que se tornó descontrolada. La promesa que había realizado el tigrense apenas asumió el cargo de bajarla a un 3% mensual, murió abruptamente antes de nacer, debido al desmanejo que incurrió el gobierno nacional en materia económica durante toda su gestión y que hicieron imposible llevar adelante lo prometido.
Pero no solo la “clase política” es la única responsable del desaguisado que vive Argentina, también parte importante de responsabilidad le cabe a los grandes empresarios, los formadores de precios, en síntesis el áurico “Círculo Rojo”, que desde las sombras siempre priorizó aumentar a cualquier costa sus pingues ganancias generando corridas cambiarias, estampidas descontroladas de precios, aumentos por “las dudas” de sus productos, desentendiéndose en todo momento del dañó que le generaban a los ciudadanos de pie, y a una clase media que es la más perjudicada en todo esto. “Argentina, un país de buena gente” rezaba un conocido slogan, que no es aplicable para aquellos que lucran con la miseria ajena y allí en ese rubro, hay muchos empresarios que tienen parte de culpa de ello.
Milei advirtió esta semana que si no le da en la “tecla” con las medidas económicas a adoptar es muy posible que la pobreza en el país pueda llegar a un 95% de la población, y una frase “tan temeraria” encendió todas las alarmas, porque en estas presunciones de cataclismos económicos los argentinos tenemos por costumbre rememoran malos recuerdos y retrotraernos como por arte de magia a los de comienzos del 89’ y a los fines del 2001, donde el descontrol en la economía derivó en un cruento estallido social donde hubo víctimas fatales y esos lamentables hechos nos sumieron en unos de los capítulos más tristes que padeció nuestra historia como nación. “El que se quema con leche ve una vaca y llora”, algo sobre ese dicho estará generando anticuerpos en la gente por estas horas.
El borrador sobre el “paquete de medidas” que expondría el gobierno entrante después de la asunción de Milei y que por estas horas ya andan dando vueltas “en carácter de primicia” en varias cuentas de redes sociales de prominentes periodistas capitalinos, no hacen más que abonar a la “incertidumbre existente”, porque algunas de estas decisiones – en caso de confirmarse las mismas – pegarán duramente en los ya raídos bolsillos de la gente, lo que sin lugar a dudas, pondrá de malhumor a muchos argentinos, justamente esos que esperan que el líder de La Libertad Avanza cumpla con el compromiso asumido en campaña, que el “ajuste” lo pague la “casta política” y no los “argentinos de bien”, como supo identificarlos en cada arenga discursiva el propio economista.
Son momentos cruciales para la Argentina, en vísperas de un cambio de gobierno esperamos que aquellos que tengan la obligación de gobernarnos se “iluminen” y que esa “sabiduría divina” le permita guiarlos para que toda decisión que adopten sea pensando en mejorarle la “realidad de vida a la gente” y no en agregarle un desencanto más a su ajetreada existencia. Venimos de recurrentes “malas praxis” de gobierno, sin entrar en el detalle de las banderías políticas que representaban, las últimas administraciones nacionales se encargaron -por incapacidad propia – de dinamitar “todos los puentes” de empatía con la población y así les fue, sumaron fracaso tras fracaso en las urnas.
Javier Milei llegó al gobierno solo acompañado “por su estampita” con la cual le alcanzó para arribar a la presidencia, haciendo “jugar a su favor el creciente enojo de la sociedad con los políticos de turno”, ¿Pero eso es suficiente para conducir una gestión? Seguramente que no, porque su candidatura nunca tuvo el requerido respaldo de una fuerza política significativa, quizás el libertario sea uno de los presidentes menos validados por apoyo electoral de estos 40 años de retorno de la democracia. El economista solo cuenta con 30 diputados nacionales y 7 senadores nacionales para llevar adelante las reformas que pretende con lo cual deberá mostrar una particular “alquimia” para poder generar los consensos necesarios.
Milei por estos tiempos, depende de Milei, porque el mismo marcará el destino de sus actos, para eso deberá darse cuenta que no es momento para una “motosierra” sino para poner a trabajar con mucho ahínco el “sentido comun”. Si le va bien a él, nos irá bien a todos los argentinos y ese acto de unción es precisamente el que nos empuja por estas horas hacia el lado de “creer” en su persona. “Cuando el pueblo se cansa de las injusticias suelen hacer tronar el escarmiento, tenemos la razón, y el que galopa sobre la razón no necesita espuelas. El pueblo marchará con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes” supo decir alguna vez Juan Domingo Perón, es hora de que una vez por todas, los políticos en Argentina empiecen a tomar debida nota de ello.