Salud y células zombis en el envejecimiento
Con la edad, las células pueden experimentar senescencia, un estado en el que dejan de crecer, pero continúan liberando moléculas inflamatorias que degradan los tejidos. Cuando una persona es joven, el sistema inmunitario responde y elimina las células senescentes, a menudo llamadas células zombis. Sin embargo, las células zombis persisten y contribuyen a varios problemas de salud y enfermedades que se asocian con la edad. En dos estudios, los investigadores de Mayo Clinic explicaron la biología de las células que envejecen.
En un estudio publicado en la revista Aging Cell, los investigadores de Mayo Clinic analizaron las células zombis para explicar el envejecimiento a nivel celular.
“Sabemos que las personas envejecen a un ritmo distinto y que la edad cronológica de una persona no siempre coincide con su edad biológica”, dice la Dra. Jennifer St. Sauver la autora principal del estudio y directora científica del Programa de Becas de Ciencias de la Salud de la Población del Centro “Robert D. y Patricia E. Kern” en Mayo Clinic para la Ciencia de Brindar Atención Médica. “Descubrimos que un grupo de proteínas diversas liberadas por células zombis pueden funcionar como biomarcadores de senescencia y pueden predecir los resultados de salud en adultos mayores. También descubrimos que medir estos biomarcadores en la sangre puede ayudar a predecir la mortalidad más allá de la combinación de la edad cronológica, el sexo o la presencia de una enfermedad crónica en una persona”.
El estudio incluyó a 1923 personas de 65 años o más con una o ninguna enfermedad. El grupo incluyó a 1066 mujeres y 857 hombres; el 68 por ciento de los participantes del estudio no tenía afecciones crónicas y el 32 por ciento tenía una afección.
Los investigadores notaron que las afecciones crónicas más comunes del grupo eran artritis, colesterol alto y antecedentes de cáncer.
Los investigadores descubrieron que niveles más altos de biomarcadores senescentes, como GDF15, VEGFA, PARC y MMP2, estaban asociados con un riesgo mayor de muerte. Algunos de estos marcadores se han asociado al desarrollo de enfermedades crónicas. Por ejemplo, los investigadores demostraron que las personas con enfermedad cardíaca y algunos tipos de cáncer tienen niveles más altos de GDF15 y VEGFA. Hay estudios en desarrollo que investigan cómo los factores del estilo de vida, incluida la dieta, la actividad física y los medicamentos que parecen ayudar a eliminar las células senescentes, influencian los niveles circulantes de los biomarcadores.
Descubrir el fenómeno desconocido de las células zombis
El investigador de Mayo Clinic Dr. Joao Passos, que además investiga la biología del envejecimiento, tiene como objetivo principal trabajar para mejorar la vitalidad y el lapso de vida saludable, el período de vida libre de las consecuencias de enfermedades y discapacidades, en las personas mayores.
En un nuevo estudio publicado en Nature, él y la Dra. Stella Victorelli, junto a un amplio equipo interdisciplinario de colaboradores, se toparon con un fenómeno previamente desconocido que ocurre en las células zombis.
Las mitocondrias, el motor de la célula, son responsables de producir energía, pero también cumplen un papel importante cuando una célula recibe mucho daño. Pueden iniciar un mecanismo de autodestrucción llamado apoptosis, que lleva a la muerte de la célula. Las células senescentes, que no mueren, son notables por resistir la apoptosis. A menudo, se hace referencia a estos dos procesos, apoptosis y senescencia, como destinos celulares opuestos.
Sin embargo, el Dr. Passos, la Dra. Victorelli y el equipo observaron inesperadamente a un grupito de mitocondrias “rebeldes” intentar iniciar apoptosis en células senescentes. Cuando esto pasa, estas mitocondrias liberan su ADN en el citosol, la “sopa” del interior de una célula. Las mitocondrias alguna vez fueron bacterias independientes, por lo que la célula percibe el ADN de la mitocondria como extraño. Esto genera inflamación que puede dañar los tejidos y derivar en enfermedades.
Además, los investigadores descubrieron que, si bloqueaban este proceso en ratones con una edad equivalente a la de un humano de 70 años, podrían reducir la inflamación del tejido y aumentar notablemente su salud, con una mejora de la fuerza, el equilibrio y la estructura ósea inclusive.