La buena sintonia entre Pullaro y Perotti es “un gesto de madurez” que reconcilia a la gente con lo mejor de la política
“Estar de acuerdo no siempre significa compartir una razón, lo más normal es que las personas se acojan a la sombra de una opinión como si fuera un paraguas” – José Saramago
Es imprescindible recordar aquel momento histórico de la política argentina donde Ricardo Balbín ante el féretro de Perón zanjó de una vez todas las disputas que atravesaron sus vidas, en aquel instante el líder radical confesó que “no sería leal si no dijera que vengo en nombre de mis viejas luchas; que por haber sido claras, sinceras y evidentes, permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final”, para luego sintetizar en una frase el verdadero sentido que debería tener la política: “Este viejo adversario despide a un amigo”, lamentablemente muchas veces los políticos nos han demostrado con sus actos que no han aprendido nada de ese gesto, aunque la postal que nos regalaron el gobernador de Santa Fe y su sucesor por estos días, nos hace ser creyentes – una vez más – que aún no todo está perdido.
El jueves próximo pasado en la ciudad de Coronda se dio el esperado encuentro, la excusa fue la firma del acuerdo para dar inicio al acueducto biprovincial Santa Fe – Córdoba con la presencia de los mandatarios cordobeses, el actual Juan Schiaretti y su sucesor, Martín Llaryora. Allí Omar Perotti compartió acto con Maxi Pullaro y más allá de las presunciones periodísticas que rodearon a dicho convite, ambos dirigentes dieron la talla democrática y el encuentro fue sumamente ameno en donde abundaron los rostros distendidos, dando muestras de una madurez que resulta casi impropia para estos tiempos tan díscolos para las relaciones políticas.
Las señales previas se fueron dando durante las dos últimas semanas con las reuniones de transición entre los equipos técnicos del gobierno actual y del espacio ganador en las generales del 10 de septiembre. El denominador común de cada encuentro fue la cordialidad y en ese terreno de “buenas vibras” fue más fácil ponerse de acuerdo sobre el camino a seguir para lograr el mejor escenario para el traspaso de mando.
No fue casualidad entonces que cada uno de los integrantes de las “tertulias” mostrara su beneplácito por el desarrollo de las convocatorias, hasta el propio Felipe Michlig hizo pública esa conformidad diciendo que “Notamos una total predisposición de las autoridades actuales, es saludable para la institucionalidad de la provincia; es ir hacia la madurez política que necesitamos en Santa Fe”, señaló el radical y sin querer desempolvó ese añorado “estadio ideal” para la política, donde un adversario es solo un rival electoral circunstancial y no un enemigo, erradicando de esa manera los odios y antinomias inconducentes al develar que las posiciones encontradas entre los espacios no son un problema ya que solo representan maneras distintas de llegar al mismo fin común: cambiarle la realidad a la gente.
Lo que genera esperanzas de que es posible tener una mejor política es precisamente esas “formas” en las cuales se viene dando el cotejo de información entre el gobierno saliente y entrante, algo que debería ser normal pero que no lo es tanto porque solo basta con retrotraernos a los seis meses anteriores a la asunción del rafaelino en el 2019 donde abundó el fuego cruzado entre las partes con una abusiva pirotecnia discursiva.
Maxi Pullaro arribó a la Casa Gris por méritos propios, supo manejar como nadie los tiempos y los hilos de la política porque tuvo la capacidad para empatizar, convencer, mediar y negociar con todos los actores que le otorgaron a su espacio una contundencia ganadora. También hizo gala – cada vez que lo necesitó – de su buen tino para no responder a cada agresión que le dispensaron durante la campaña. El oriundo de Hughes hace del diálogo, de los buenos modales y del consenso permanente su principal “equipaje” para construir su política. “Un buen líder no es un buscador de consensos, sino un moldeador de consensos” nos advertía allá en el tiempo Martin Luther King, mucho de eso – si lo buscamos – encontraremos en la carrera política del referente de “Evolución”.
Perotti, por supuesto que también puso su parte en toda esta historia, con el diario del lunes se puede decir con total certeza que el “Piamontés” ha cometido gruesos errores de conducción política para liderar al peronismo después de ser ungido gobernador, pero lo que no se podrá cuestionar es su idoneidad para manejar con transparencia el erario público y, además, en estos momentos cruciales se dejó ver como una persona que aceptó con hidalguía su derrota, sin revanchismos y eso fue lo que lo llevó a motorizar una transición tranquila, signada por la buena predisposición que acompañó desde el comienzo el accionar de ambas partes.
En épocas de un evidente enojo social con la clase dirigencial, con un electorado que se expresó en las urnas de manera categórica en Santa Fe para propiciar un cambio, Perotti y Pullaro dieron una cabal muestra de la sensatez necesaria para fecundar en los santafesinos la esperanza de un futuro mejor. El diputado provincial como lo hizo su ídolo político Raúl Alfonsín cuando fue presidente, llegó a la gobernación apoyado también por el voto peronista, Pullaro será quizás el mandatario provincial mas convalidado de la historia política santafesina y por esa razón le tocará la difícil tarea de mover las piezas en un tablero de ajedrez muy particular, jugando una partida por demás de favorable que lo obligará a tener que reducir al máximo todo margen de error. En la fina sintonía que consiga con todos los espacios tal vez encuentre la mágica receta que permita reconciliar a la gente con lo mejor de la política.
Como decía Polibio: “Tiene sin duda mucho mérito vencer en el campo de batalla; pero se necesita más sabiduría y más destreza para hacer uso de la victoria”, seguro que esa premisa estará muy presente en el ideario del flamante gobernador de la provincia para lograr que su futura gestión sea como reclaman y merecen los santafesinos. “De vez en cuando la vida nos besa en la boca”, canta Serrat, quién te dice que esa vez pueda darse justo ahora….