Perú, otra vez, frente a unas inciertas elecciones
Cerca de la mitad de los habitantes de Lima aún no deciden por quién votarán para alcalde en las elecciones del próximo domingo 2, situación que, en opinión de expertos, resume el desánimo con que afrontan los peruanos el proceso del que saldrán gobiernos departamentales y municipales.
“Después de una elección como la que tuvimos el año pasado hay un nivel de desgaste tanto de los candidatos como de los electores”, dijo el analista Fernando Tuesta en la radio RPP, en referencia al proceso del que surgió la situación de empantanamiento que se vive ahora por los choques entre el Gobierno y el Congreso.
Para el jefe en el Perú del Instituto Internacional Para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), Percy Medina, el asunto pasa además por la mala calidad de los candidatos, la que a su vez se deriva de la precariedad de los partidos. “Si tuviéramos partidos donde se discuten temas de fondo, donde opera la democracia interna, cercanos a la ciudadanía, que recogen demandas, probablemente tendríamos también más gente interesada en candidatear y personas con mejores trayectorias en la competencia”, razona Medina.
Poco menos de 25 millones de peruanos tendrán que ir el domingo a las urnas para elegir a los gobernadores de los 25 departamentos y los alcaldes de las 196 provincias y los 1.684 distritos para el período 2023-26. También serán escogidas 10.912 personas como consejeros departamentales y como regidores provinciales o distritales.
Lima, la pelea principal
La competencia que más atención atrae en general es la que se libra por la alcaldía de Lima, ciudad en que viven casi 10 millones de los 32 millones de habitantes del país. La campaña se caracteriza, empero, por una frialdad sin antecedentes. En medio de ese clima, según las últimas encuestas de circulación libre conocidas hasta hoy, la pelea parecería estar entre tres candidatos presidenciales derrotados en 2021: Daniel Urresti, Rafael López Aliaga y George Fortsyth.
Urresti, militar de línea dura investigado por supuestos delitos que incluyen el asesinato de un periodista y la violación sexual de una campesina en la década de 1980, está primero en todos los sondeos, a nombre del partido de derecha Podemos Perú (PP).
Pero el poco más de 20% del exministro del Interior no le permite superar el empate técnico con el millonario empresario López Aliaga, un miembro del Opus Dei que lidera el partido ultraconservador Renovación Popular (RP).
Cerca, con algo más de 16%, aparece Forsyth, exfutbolista profesional y exalcalde del populoso distrito La Victoria, quien, en representación del partido de centroderecha Somos Perú (SP), concentra su oferta casi exclusivamente, al igual que Urresti y López Aliaga, en soluciones contra la inseguridad.
El principal postulante de izquierda, Gonzalo Alegría, quien subía tímidamente en las encuestas, es centro en los últimos días de un escándalo, tras hacerse pública una demanda por violencia y acoso sexual formulada por su hijo de 18 años. Incluso, varios sectores del partido Juntos por el Perú (JP) le quitaron respaldo y piden que se le retire oficialmente.
Los siete candidatos, entre los que también está Yuri Castro, de Perú Libre (PL), partido marxista leninista que llevó al poder al presidente Pedro Castillo, han tenido grandes dificultades para conectar con los votantes en medio del ambiente de desprestigio de la clase política.
Para la politóloga Paula Távara, “nada está dicho”, porque los indecisos aún pueden inclinar la balanza. Algunos analistas incluso le dan todavía opción a Elizabeth León, del joven partido de centroderecha Frente de la Esperanza, quien, al ser nueva en política y tener un historial personal limpio, comenzó a repuntar en las últimas encuestas.
PP, RP y SP también aparecen involucrados en la disputa de gran parte de las 43 alcaldías distritales de Lima, aunque también se ven fuertes otro partido de derecha, Alianza País; uno de centroderecha, Alianza Para el Progreso, y, bastante más atrás, el fujimorista Fuerza Popular, estos tres últimos sin postulante a alcalde metropolitano.
La izquierda, representada sobre todo por JP en su versión moderada y PL en la radical, aparece relegada en la mayoría de circunscripciones de Lima, lo que es habitual en una ciudad de marcadas simpatías por posiciones conservadoras.
En el resto de Perú
La misma incertidumbre se siente en las demás zonas del país. En la mayoría de departamentos grandes, los sondeos mostraban escasas distancias entre los candidatos.
Una de las pocas excepciones es La Libertad, donde el líder de APP, César Acuña, también candidato en las presidenciales de 2021, tiene una luz de ventaja en la lucha por la gobernación, pese a escándalos que protagonizó, como cuando se le escuchó dándole órdenes a sus congresistas para que aprobaran leyes que lo favorecieran.
En departamentos como Arequipa o Cusco son hasta cuatro los candidatos en empate técnico. En Lambayeque, tres, y en Cajamarca, dos. También son dos en Junín, la cuna y otrora fortín de PL. En Piura se perfila un independiente.
Los independientes, que pueden tener diversas orientaciones ideológicas, vuelven a tener papel protagónico, pues en los departamentos, a diferencia de lo que ocurre en Lima, surgen como alternativa ante los partidos nacionales.
La lucha electoral se ve afectada además por el fantasma de la corrupción: los actuales 25 gobernadores acumulan 557 investigaciones de la Fiscalía. La cifra podría ser peor, pero varios ya fueron destituidos y sus reemplazantes, al tener menos tiempo, conservan currículums más limpios.
De entre 488 candidatos a reemplazar a esos gobernadores, 89 ya tienen investigaciones fiscales. En 62 de esos casos, los supuestos delitos fueron cometidos por los postulantes cuando tenían el cargo al que buscan regresar o uno similar.
De los 75 gobernadores elegidos en el actual período o los dos anteriores, 10 están en la cárcel; dos, en arresto domiciliario; uno, prófugo; cinco, con sentencias de prisión suspendida (libres, pero bajo reglas de conductas), y 25 enfrentan procesos judiciales avanzados.
Por ello, los analistas coinciden en que la situación de la democracia no mejorará en el Perú sin drásticas reformas que mejoren la calidad de los partidos como intermediarios.
“Cada vez la gente confía menos en las elecciones y ya no tiene mucho interés en la política, piensa que todo va mal”, señaló la investigadora Patricia Zárate, del Instituto de Estudios Peruanos.