La historia de “Alonso”, el joven con Síndrome de Down que se convirtió en ícono de inclusión y fenómeno viral
Su nombre es Augusto Alonso, tiene 23 años, Síndrome de Down y una historia de vida que es un testimonio de carisma, perseverancia y el poder transformador de las redes sociales. En menos de un año, “Alonso” pasó del anonimato a ser un fenómeno viral con casi 1,5 millones de seguidores, cumpliendo sueños que parecían inalcanzables, como ser ovacionado en la “Velada del Año” del streamer Ibai Llanos en España o cantar junto a su ídolo, Sebastián Yatra, en un estadio de Madrid ante 20 mil personas.
Para el gran público, su explosión mediática ocurrió en enero de 2025, cuando un video junto al influencer Tomás Mazza los convirtió en una dupla desopilante. Pero detrás del personaje viral hay una historia de un joven que siempre fue el alma de su familia y que encontró en la tecnología una ventana para mostrarle al mundo su arrolladora personalidad.
Según reconstruyó la periodista Cinthia Ruth en una nota publicada por Infobae, su madrastra, María Eugenia Díaz, recuerda que “siempre fue el payasito de la familia, el que hacía chistes, el que agarraba el micrófono y cantaba en todos los cumpleaños. Siempre fue histriónico y protagonista”.
Antes de la fama, Augusto tenía una vida de rutinas. Tras terminar sus estudios secundarios en un centro de capacitación laboral, tuvo su primer y único trabajo como repartidor en una carnicería de Recoleta. Pero en paralelo, ya cultivaba su futura popularidad: era fanático de Tini Stoessel y en su cuenta de TikTok subía videos bailando sus canciones y bromeando con que era su novio, ganando una pequeña pero fiel comunidad.
El encuentro con Tomás Mazza que lo cambió todo
La conexión con el influencer Tomás Mazza, que lo catapultó a la fama masiva, no fue casual. Mazza y su amigo Frakillo ya habían notado su potencial en TikTok e intentaron contactarlo en un vivo. La reacción de Augusto fue bloquearlos. Lejos de rendirse, consiguieron su número y lo llamaron. En medio de la videollamada, Augusto se dio cuenta de que pasaban en auto por la puerta de su casa. Su primera reacción fue amenazante: “¡Ah, estás en la puerta de mi casa! Ahora bajo y te cago a trompadas”.
Augusto bajó, pero no hubo pelea. Hubo un abrazo, risas y el inicio de una amistad que Mazza define como una hermandad. Esa misma noche hicieron un stream juntos que explotó en las redes. “Alonso me da felicidad. Me da algo que no encontré en ninguna persona. Te logra transmitir cómo ve la vida él, y eso es único. Lo ve de una manera de amor, de alegría, sin maldad”, confesó el influencer.
Fama, protección y un fenómeno sin “hate”
Con la fama también llegaron los intentos de aprovecharse de su inocencia, con marcas y boliches que lo usaban como “presencia” sin que él lo supiera. Fue entonces cuando su madrastra, “Maru”, decidió intervenir para protegerlo y hoy maneja su agenda, lo acompaña a los eventos y cuida su bienestar.
Quizás lo más extraordinario del fenómeno Alonso es que, en un mundo digital a menudo hostil, sus redes son un oasis de positivismo. El “hate” es prácticamente inexistente y su comunidad lo celebra y lo protege. Su autenticidad es su marca registrada.
El clímax de su ascenso llegó en septiembre, cuando Sebastián Yatra lo invitó a cerrar su gira en Madrid. “Está a punto de acompañarnos uno de esos seres que no pasan muchas veces por este mundo, tocados por una varita de magia para enseñarnos a amar de verdad”, lo presentó el cantante colombiano ante un estadio que lo ovacionó al grito de “Alonsoooo, Alonsooooo”.
Hoy, la vida de Augusto es una agenda llena de proyectos y su gran sueño es convertirse en actor. Su historia demuestra que no hay un único camino al éxito y que el carisma y la autenticidad son las herramientas más poderosas. Augusto Alonso no es el chico con Síndrome de Down que se hizo famoso; es un gigante que, simplemente siendo él mismo, invitó al mundo a ser un lugar más amable.