La democracia y el calefón: La Asamblea legislativa, un acto de campaña de Milei solo para entusiasmar a los propios
A puro autobombo y con la militancia libertaria subida al paravalancha en los balcones para aclamar a su líder, el presidente Javier Milei se las ingenió como pudo para compensar la apabullante imagen de un recinto semivacío por la ausencia planificada de la oposición dura a la Asamblea Legislativa, sumado a una desierta plaza del Congreso a la que sólo se acercaron un puñado de curiosos.
“Somos el mejor gobierno de la historia argentina”, se vanaglorió en medio de su mensaje el jefe de Estado, provocando el alarido atronador de sus simpatizantes, que abarrotaron las galerías del recinto.
La proclama inflamada de vanidad de Milei destiló reminiscencias de otra frase pronunciada por un presidente argentino: “El mejor equipo de los últimos 50 años”.
Altivos y orgullosos, el “ingeniero del caos” Santiago Caputo y el comandante en jefe de las Fuerzas del Cielo digitales, Daniel “el Gordo Dan” Parisini, observaron el espectáculo con regocijo desde el balcón que compartieron con el viceministro de Justicia y hombre fuerte de esa cartera, Sebastián Amerio, y con Agustín Romo.
La transmisión oficial buscó en varios tramos el primer plano de la secretaria general de Presidencia, Karina Milei, quien quedó en la mira de la Justicia y de la prensa internacional por ser una pieza clave en la trama de vínculos de su hermano con los criptoempresarios que consumaron el escándalo $Libra.
La polémica por la “criptoestafa”, que dominó la agenda de opinión pública durante la semana anterior, fue el elefante en la habitación que Milei invisibilizó durante toda la ceremonia de apertura de sesiones ordinarias.
“Vengan ahora a hablar de estafa piramidal, dale”, fue la única y escueta referencia que hizo el mandatario pese al vendaval de denuncias presentadas en tribunales argentinos y norteamericanos.
Los diputados del Frente de Izquierda quisieron dejar un recordatorio del escándalo cripto con afiches pegados en sus bancas, pero empleados de seguridad retiraron los carteles antes de que Milei llegase al recinto.
La vicepresidenta Victoria Villarruel, quien quiso darle la bienvenida al presidente en la explanada del Congreso, fue cuidadosa y deliberadamente escondida por la trasmisión oficial.
El propio Milei evitó saludarla cuando ingresó por la explanada del Palacio Legislativo, y la titular del Senado quedó pedaleando en el aire ya que su intención era cumplir con el protocolo.
Pese a los esfuerzos por ignorarla, la estrategia del Gobierno exhibió fisuras e hizo agua sobre el final: cuando Milei aún no había cerrado su discurso, la titular del Senado se apresuró en dar por finalizada la cadena nacional, lo que generó un cruce insólito, fuera de todo libreto.
“No terminé, digo no me apures”, le recriminó Milei molesto y con tono imperativo, ante lo cual Villarruel le pidió “perdón”, entre risas nerviosas.
Este hecho pone en evidencia que la relación está rota y ya no tiene vuelta atrás.
El mandatario y la primera en la sucesión presidencial no compartían un acto desde el 1 de noviembre del año pasado.
El otro hecho que sacudió la agenda política en los últimos días y provocó indignación en la oposición fue el nombramiento por decreto de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla como jueces de la Corte Suprema.
Al primero no se lo vio aparecer en el recinto, defraudando a los que esperaban esa cuota de morbo, mientras que el segundo se sentó al lado de los supremos Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.
Una escena particular, que quedará como una anécdota de color, fue la presencia de Marcela Pagano con su bebé de pocos meses en brazos, a quien sostuvo y hamacó durante toda la Asamblea Legislativa.
El propio presidente se permitió un gesto de ternura cuando la ex periodista se le acercó a Milei con su hijo y éste lo acarició con afecto.
Uno de los actores de reparto que tomaron un protagonismo inesperado fue el influencer libertario Francisco Fijap, recordado por correr despavorido para evitar una golpiza en una marcha universitaria.
Extrañamente, el joven militante obtuvo una suerte de pase VIP al recinto ya que pudo moverse libremente en la misma planta en la que se encontraban los diputados y senadores nacionales.
Pero dio la nota más tarde cuando al finalizar la Asamblea Legislativa intervino como “patovica” de Santiago Caputo en medio del forcejeo con el diputado de Democracia para Siempre Facundo Manes.
Para tapar esa situación bochornosa, en la cual el todopoderoso asesor increpó, pecheó y amenazó al neurocirujano, Fijap le “manoteó” el teléfono celular a un periodista acreditado que estaba filmando el altercado.
La tensión entre Caputo y Manes había empezado poco antes en el recinto, cuando Milei chicaneó al dirigente radical y lo instó a leer la Constitución nacional que el neurocirujano había traído y tenía apoyada sobre su escaño.
“Te va ser hacer bien leerla porque quizás tu versión es con IA y cambia de libertaria a kirchnerista como hiciste vos”, azuzó el presidente.
“Léela Manes te va a hacer bien, supuestamente vos entendés cómo funciona el cerebro y no aprendiste nada. Léela bien“, provocó.
La cosa no quedó ahí: en medio del caos que se había desencadenado, Manes giró la cabeza y le mostró la Constitución a Caputo, quien no salía de la perplejidad y la rabia en su palco del primer piso.
El “ingeniero del caos” quedó con la sangre en el ojo y después sería noticia cuando prepoteó al bonaerense radical en un pasillo de la Cámara baja, a la vista de varios periodistas y otros testigos.
Para colmo, al concluir la Asamblea Legislativa los periodistas acreditados (que habían sido desplazados de su balcón histórico para cubrir la sesión en otro sector bajo condiciones más precarias), fueron retenidos durante varios minutos en el lugar sin poder abandonar el recinto.
La situación se desmadró y hubo forcejeos con la seguridad que amedrentaron a los periodistas con violencia para que no pudieran salir.
Cuando todos estos incidentes sucedieron, el presidente ya estaba en camino a la Casa Rosada, satisfecho con su discurso, el cual había coronado entonando tres veces su clásico grito de guerra: “¡Viva la Libertad carajo!”.