Gloria o destierro: El destino del peronismo santafesino dependerá de ganarle a la inseguridad
La violencia – con todos sus matices- que atraviesa la sociedad santafesina y principalmente la rosarina, ha dejado un reguero de victimas y muertes que preocupa mucho no solo a los que la padecen a diario, sino a los distintos estamentos que forman parte de la estructura provincial. El gravísimo ataque que sufrió el suboficial de la policía de Santa Fe, Gabriel Sanabria de solo 25 años, quien recibió 10 disparos de ametralladora en su cuerpo y que por estas horas pelea por su vida, activó todas las alarmas en el gobierno de la provincia, quizás dejando al descubierto las dificultades que padece el ministerio de Seguridad a la hora de acertarle al diagnóstico y sobretodo, a la solución del flagelo.
La inseguridad no distingue de etiquetas partidarias, afecta a todos los espacios políticos por igual, y ha trascendido impunemente a diferentes gestiones de gobierno, las cuales no solo no pudieron erradicarla sino que permitieron su crecimiento exponencial hasta convertirla en un verdadero “Kraken” mitológico que ya se ha devorado sin piedad las expectativas del anterior oficialismo en las urnas. Quienes den un uso electoralista a esta problemática deben saber bien que eso significa “pan para hoy y hambre para mañana”, porque la gente esta muy susceptible con la pérdida de su tranquilidad y no lograr soluciones palpables al problema puede convertirse a futuro en un pesado “bureman” que nadie quiere manipular.
“Las bandas en Rosario se recagan a tiros”, canta Fito Páez y es la cruda realidad que muestra la “Chicago Argentina” y que ha llevado a uniformar los esfuerzos de todos los legisladores nacionales que representan a Santa Fe en la búsqueda de hallar la “receta mágica” que permita atenuar los efectos de una violencia sin control y que ha obtenido libertad de acción gracias a los lazos que ha construido con algunos sectores de la política, de la justicia y del empresariado local.
La lucha contra la inseguridad debe lidiar con la ferocidad evidenciada a diario por las disputas territoriales del negocio de la venta de drogas y que ha llevado a elevar al extremo las tristes estadísticas de victimas fatales a causa de los ajustes de cuentas y sicariato. Esta problemática se ha convertido en la “madre de las batallas” que debe enfrentar el gobierno de Perotti y que ha llevado a que dirigentes dentro del peronismo denuncien la falta de respuestas del ministro Jorge Lagna porque su gestión deja en evidencia una ausencia total de un plan de acción para combatirla. Y no son pocos los que empiezan a hacer público los pedidos por su dimisión. Sin margen de tiempo el Ejecutivo deberá decidir que hacer con el paciente.
En los corrillos de la Casa de Gobierno hay rumores que hablan de la existencia de un “programa” de tareas que fue presentado para intentar enderezar el rumbo de los hechos de la inseguridad. “Necesitamos dar un golpe de timón urgente, esto no da para mas, si la escalada de violencia sigue así, nos lleva puestos”, sentenció con tristeza a este portal un allegado al espacio oficialista. Este medio pudo averiguar que el “crédito” del responsable de la seguridad provincial estaría agotado y el clamor puertas adentro del espacio es que la persona que asuma el cargo deberá tener la experiencia y la autoridad necesaria para llevar adelante los cambios que propondría el nuevo proyecto sobre seguridad que esta en ciernes sobre el imaginario de la gestión.
El peronismo aspira a poder darle continuidad a su gestión después del 2023, y para hacer efectiva esa íntimo deseo deberá encontrar el intérprete político que lleve consigo la bandera de la lucha contra la inseguridad. El que lo haga tendrá cosas para perder, pero también, mucho por ganar, quien se anime a aceptar el desafío de retirar la legendaria espada Excálibur de la pesada roca de la inseguridad, ira directo rumbo al bronce.
El candidato del PJ que logre maquillar de una mejor manera los índices de la inseguridad reinante, se instalará sin escalas en el podio de los que aspiran a sentarse con pretensiones en el sillón del Brigadier López el año próximo. Sin importar demasiado las encuestas y las estadísticas previas, el particular electorado santafesino es muy probable que le dé el si en las urnas como señal de agradecimiento. En el caso que el gobierno decida no hacer nada, corre el riesgo de quedar preso de un desenlace impregnado por el perfume de la derrota.