¿Fumar o Vapear?: Mitos y verdades de la lucha contra el tabaquismo
Uno de los mayores problemas de salud pública que afectan a la humanidad hoy en día es el tabaquismo. El mismo es el segundo factor de riesgo de muerte a nivel mundial y cada año se cobra la vida de más de 8 millones de personas.
Aunque en las últimas décadas ha habido progresos a nivel mundial en materia de concientización y difusión de los riesgos de fumar, elementos culturales y fisiológicos hacen que este hábito resulte difícil de revolver para la sociedad, especialmente en aquellas personas que han desarrollado una adicción al cigarrillo y otras formas de tabaco combustible.
El abordaje adecuado para la problemática del tabaquismo consiste en una aplicación integral de lo que se conoce como “Reducción de Daños”, esto es, un conjunto de estrategias prácticas e ideas destinadas a reducir las consecuencias negativas de ciertos hábitos y consumos de los individuos. Esta visión se opone a la alternativa poco práctica de “Abandonar o Morir”, en la que a la persona se la deja ante una dicotomía a la que muchas veces no puede someterse ya que hay que comprender en el caso del tabaquismo, el aspecto adictivo del hábito imposibilita muchas veces que el fumador simplemente abandone, por lo que se debe optar por opciones diferentes que permitan reducir y minimizar el daño de forma efectivamente
En ese sentido, la Red Somos Innovación, una alianza de instituciones e individuos dedicada a lograr la implementación de soluciones innovadoras a nivel mundial, realizó el primer “Índice Global de Políticas Efectivas Anti-Tabaquismo”, una investigación para evaluar el estado de las políticas públicas en materia de reducción de daños del tabaquismo en 59 países alrededor del mundo, incluido nuestro país, por medio de un índice que permite realizar comparaciones y medir las distintas estrategias que existen en lo que refiere tabaquismo.
Del informe realizado por la Red Somos en términos generales en lo que refiere a acciones para mitigar los daños del tabaquismo, se desprende que los vapeadores son, según indica la evidencia científica, los más efectivos para dejar de fumar, al mismo tiempo que evitan casi todo el daño de salud del cigarrillo y presentan prácticamente los mismos niveles sustancialmente bajos de toxicidad que el resto de las alternativas. Hoy en día existen decenas de productos alternativos sin combustión (con y sin nicotina) al menos un 95% más seguros que el tabaquismo, entre los que encontramos productos de vapeo y tabaco calentado, snus y bolsitas de nicotina (productos de nicotina sin combustión).
A modo de aclaración, la combustión consiste en un proceso químico de oxidación (incorporación de oxígeno) a sustancias formadas fundamentalmente por carbono e hidrógeno y en algunos casos por azufre a altas temperaturas y que libera grandes cantidades de energía, evidenciándose usualmente en la presencia de llamas. En el caso de los productos de tabaco, esta libera gases a mayores temperaturas y con un mayor contenido de sustancias tóxicas como resultado del proceso de transformación química por combustión, algo que no sucede, o se presenta en mucha menor medida, en los productos que solo calientan una sustancia para su vaporización.
Asimismo, es oportuno agregar la explicación de la Asociación de Consumidores por Alternativas sin Humo (CASAA), que sostienen que los productos y comportamientos de riesgo forman parte de nuestra sociedad, podemos focalizarnos en minimizar los resultados nocivos en lugar de prohibirlos, logrando reducir efectivamente el daño producido y evitando medidas de corte discursivo que no logran su objetivo. Los cinturones de seguridad, los airbags, los cascos de motocicleta, las bicisendas, los condones, incluso las barandas, son ejemplos de reducción de daños muy intuitivos porque hacen más seguro el acto de conducir, tener sexo o caminar sin requerir una prohibición extremista. Así, no se eliminan todos los riesgos, pero salvan muchas vidas.
La investigación de la Red Somos Innovación agrega que si bien estos productos no están exentos de riesgos, son mucho menos dañinos que fumar. El consejo general es que las personas que fuman estarán mejor si cambian completamente hacia ellos, pero, si nunca fumaron, es mejor que nunca comiencen a hacerlo y que tampoco inicien el consumo de estos productos.
En síntesis, todas las herramientas que permitan reducir los efectos nocivos y el tabaquismo en todas sus formas resultan cruciales. Existe un verdadero consenso de decenas de respetadas organizaciones científicas y autoridades de salud pública que han revisado la evidencia y han hecho declaraciones públicas sobre los riesgos relativos de los productos de nicotina sin combustión. Las pruebas de los estudios, artículos, reportes, informes y metaanálisis coinciden en que estos productos son sustancialmente (entre un 95% y un 98%) menos tóxicos y dañinos para la salud que el tabaco consumido de forma tradicional por combustión (ya sea en pipas, cigarrillos o cigarros). A su vez, indican que, aunque pueda causar dependencia, la nicotina en sí misma no genera daños significativos a la salud, a diferencia de casi todos los otros elementos que se emiten durante la combustión del tabaco de forma tradicional.