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En una época de crisis partidaria, el regreso de Perotti puede iluminar el laberinto en el cual se halla inmerso el peronismo santafesino

El panorama actual del peronismo en Santa Fe, tras la dura derrota electoral del 2023, se asemeja a un campo de batalla donde cada uno libra su propia lucha como puede y el único referente con la capacidad de reordenamiento parece ser, paradójicamente, el exgobernador Omar Perotti. En un espacio históricamente balcanizado, Perotti emerge con un capital político propio, diferenciándose claramente de un kirchnerismo cuya visión parece cada vez más ajena a la idiosincrasia histórica del espacio, y de nuevas figuras, como la de Marcelo Lewandowski, cuyo armado exhibe fragilidad a causa del perfil personalista que atraviesa su estructura.

El rafaelino, a pesar del inmenso costo político que le significó la crisis de seguridad en Rosario durante su mandato, conserva un activo fundamental e incontrastable: haber gobernado. Este hecho lo consagra como el dirigente peronista con mayor espertise ejecutiva en la provincia, al respecto cabe recordar que la gestión de Perotti estuvo centrada en obra pública, conectividad y el sostenimiento (aunque con tensiones) de la caja provincial, y un fuerte respaldo al sector productivo de la provincia, lo que le otorga un plafón importante para hablar de “gestión real” frente a cualquier retórica que aparezca, por más ideologizada que sea.

Otros tiempos, Omar Perotti y Marcelo Lewandowski juntos cuando un acuerdo de cupulas del espacio le permitió al Senador Nacional ser candidato a la gobernación en el 2023.

La coalición que llevó a Perotti al poder fue el resultado de un acuerdo pragmático entre su sector, el kirchnerismo y los distintos espacios que integraban el PJ. Ese oportuno logro consumado en las harás del poder político, hoy le permite reclamar un rol de articulador dentro de la fuerza, sabedor quizás, de que nadie puede ganar una elección sin su apoyo, pero que tampoco él puede obtener una victoria en las urnas sin un peronismo unificado tras la misma causa. Su mayor capital reside en ser esa indispensable bisagra entre las facciones que componen el imaginario del partido en tierras santafesinas. El gran desafío que tiene el ex mandatario por delante es poder construir un liderazgo inclusivo, donde todas las tribus se sientan parte, sin estar tan emparentado el armado a una etiqueta K.

En el otro extremo de la figura del exmandatario provincial está Lewandowski, a pesar del caudal de votos que dispondría siempre ha sido su talón de Aquiles desde su irrupción en la política, cierta debilidad estructural de su proyecto. Su origen como periodista deportivo le dio una imagen fresca y popular a su participación política, pero su ascenso estuvo más ligado a un fenómeno mediático y a un acuerdo de cúpulas partidarias que a una construcción sólida de base. Esta situación se vio claramente representada cuando al caer derrotado en la contienda electoral por la gobernación santafesina, su armado se diluyó rápidamente, dejando al peronismo huérfano de una propuesta que hubiera servido para propiciar un recambio dirigencial.

El ex gobernador, Omar Perotti sigue trabajando fuertemente en la construcción de equipos técnicos para tener a disposición llegado el momento de una posible nueva candidatura.

Otro de los actores en danza en la matizada órbita peronista de Santa Fe, es el kirchnerismo que hoy en pos de un profesado sentido de unidad, tiene a Juan Monteverde y Caren Tepp como banderas del espacio, algo que genera mucha resistencia en un amplio espectro partidario, al considerar muchos militantes que ambos dirigentes son ajenos a la historia misma de la fuerza. La denuncia que pesa sobre la actual concejala rosarina sobre malversación de fondos de una asociación civil -con lazos directos con los mencionados referentes – que fueron utilizados como recursos para la última campaña electoral, generaron mucho ruido en el escenario político de la provincia y este hecho hizo bajar bastante el valor de las acciones de la ungida diputada nacional por Fuerza Patria y sobretodo, ese hecho le pondrá un freno a la proyección de su figura rumbo al 2027.

El peronismo en Santa Fe solo será nuevamente competitivo si logra instalar un liderazgo “autónomo” que garantice lazos convincentes entre todos los sectores que componen el espacio y principalmente deberá dejar de lado esa “aura” derrotista que rodea al “kirchnerismo” en la provincia. En ese contexto de traspiés electorales recurrentes, Perotti saca ventaja sobre el resto para poder propiciar un cambio en ese sombrío paradigma que persigue al partido. El estilo profesional, pragmático y no de “militante ideológico” del rafaelino lo reposiciona como el referente más apto para reconstruir el necesario diálogo y la búsqueda de consensos dentro de la fuerza, para que así el PJ deje de ser una colección de caciques se convierta en una fuerza de gobierno confiable, con sentido de pertenencia, y sobretodo, que le permita volver a enamorar al particular y difícil electorado santafesino.

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