Medio AmbienteOpinión

El cambio climático está redefiniendo el futuro de la infancia

Los efectos del cambio climático están transformando nuestra forma de vivir y también está redefiniendo el futuro de la infancia y los jóvenes en América Latina (AL)

Por Prof. Norberto Ovando

En la región de América Latina y el Caribe (ALC), los niños, niñas, adolescentes y jóvenes enfrentan riesgos sin precedentes que amenazan no solo su presente, sino también sus oportunidades futuras. El cambio climático los afecta de manera desproporcionada, ya que son más vulnerables, tanto física como fisiológicamente, y tienen menos capacidad para soportar y sobrevivir a condiciones climáticas extremas como inundaciones, sequías, tormentas y olas de calor.

Esta vulnerabilidad también se debe a su alta dependencia económica, la prevalencia de la pobreza y la falta de acceso a servicios esenciales para su desarrollo, como los de salud, nutrición, educación y protección social, lo que a su vez limita los recursos disponibles para hacer frente a un clima cambiante. A medida que estos impactos se intensifiquen se espera que estas tendencias se agudicen, pudiendo resultar en una vida de oportunidades perdidas.

En un nuevo estudio del autor Rafael Van der Borght, titulado: “The impact of climate change on child and youth poverty in Latin America” (El impacto del cambio climático en la pobreza infantil y juvenil de América Latina), publicado por la Sección de Cambio Climático, Ambiente, Energía y Reducción del Riesgo de Desastres de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Unidad de Cambio Climático de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se pueden leer varios desarrollos sobre el tema.

Principalmente analiza el impacto potencial del cambio climático sobre la incidencia de la pobreza infantil y juvenil en América Latina en 2030. Con base en datos de pobreza armonizados para 18 países de la región, los resultados muestran que el cambio climático provocará un aumento considerable de la pobreza infantil y juvenil en América Latina, aunque la magnitud final de este aumento dependerá 1- del escenario climático hacia el cuál el planeta se dirija y 2- de las políticas públicas que la región implemente.

En este nuevo documento se cuantifican los impactos del cambio climático bajo tres escenarios climáticos: (I)-Net Zero 2050; (II)- Políticas actuales y (III) Muy poco, muy tarde.

Estos escenarios reflejan los diferentes esfuerzos de reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a nivel global. En cada escenario, los impactos económicos del cambio climático contemplan los efectos crónicos relacionados con el aumento tendencial de las temperaturas, así como los efectos agudos asociados con cuatro tipos de eventos meteorológicos extremos: olas de calor, sequías, inundaciones y ciclones tropicales.

Asimismo, se explora cómo una profundización de la desigualdad económica impulsada por los efectos del cambio climático y reflejada por un aumento del coeficiente de Gini (es un indicador de la desigualdad en la distribución de ingresos u otros bienes dentro de una población, variando entre 0 y 1. Un valor de 0 representa una igualdad perfecta -todos tienen el mismo ingreso-, mientras que un valor de 1 indica una desigualdad máxima -una persona tiene todos los ingresos-. Esta distribución del ingreso podría impactar la evolución de la pobreza infantil y juvenil (efecto cambio climático y desigualdad).

En 2030, aún en un escenario en donde se implementen reducciones de emisiones de GEI ambiciosas y rápidas a nivel global (Net Zero 2050), se estima que el cambio climático podría empujar a la pobreza a 5.9 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes adicionales a los ya existentes.

Por el contrario, en un escenario de inacción climática (Muy poco, muy tarde), esta cifra podría triplicarse a 17.9 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes adicionales. A modo de comparación, aproximadamente 11 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes quedaron en situación de pobreza como resultado de la pandemia del COVID-19.

Bajo el impulso del cambio climático, las desigualdades preexistentes podrían profundizarse, si el coeficiente de Gini de distribución del ingreso se deteriorara un 1 por ciento por añoⁱⁱ, en 2030, la cantidad de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en situación de pobreza por el cambio climático podría, aproximadamente, duplicarse con respecto a las estimaciones anteriores. Esto recalca la importancia de promover un modelo de desarrollo más inclusivo en el cual la política pública atenúe las presiones del cambio climático sobre la desigualdad.

Ante la dimensión de estos impactos, resulta esencial abordar el cambio climático como un factor clave en la lucha contra la pobreza infantil y juvenil. Para ello, se recomienda impulsar una mayor articulación entre las políticas climáticas y las políticas de protección y defensa de la infancia y la juventud en la región en por lo menos las siguientes áreas prioritarias:

1.- Fortalecer la resiliencia climática de los servicios sociales y mejorar la infraestructura crítica (salud, nutrición, educación y desarrollo de la primera infancia con enfoque climático) mediante el diseño de programas que proporcionen servicios combinados de salud, nutrición y cuidado temprano con especial énfasis en los primeros 1.000 días de vida, diseño y construcción de escuelas resistentes a los fenómenos climáticos y facilitando el acceso a agua potable, saneamiento e higiene.

2.-Aumento del financiamiento climático a fin de desarrollar programas sensibles a la niñez y a la juventud que fortalezcan los servicios sociales críticos con el fin de hacerlos más resilientes al clima y, a la vez, asegurar la inclusión de sus derechos y su participación como actores relevantes y agentes de cambio.

3.- Fomentar políticas de protección social adaptativas y de respuestas a emergencias que tomen en cuenta las necesidades específicas de la niñez y la juventud a través del desarrollo de sistemas de protección social adaptativos o responsivos a desastres, mejorando la accesibilidad a servicios de salud integrales y adecuando los protocolos de respuesta a las emergencias con base en los requerimientos físicos y psicológicos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

4.- Promover una mayor consciencia, educación y empoderamiento climático de la niñez y la juventud que generen habilidades para la vida en un mundo cambiante propiciando su participación a nivel local, regional y mundial y apoyando y fortaleciendo los movimientos climáticos liderados por niños, niñas, adolescentes y jóvenes mediante la inclusión de la educación ambiental y climática en los currículos y programas escolares.

Si bien los niños, niñas, adolescentes y jóvenes son particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático, también tienen ideas novedosas e iniciativas que contribuyen a aumentar la resiliencia de sus familias, comunidades y países.

Conclusión

Para evitar que el cambio climático empuje a la pobreza a una cantidad cada vez más grande de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, es imprescindible contar con políticas climáticas y sociales integradas.

El presente y futuro de la niñez y la juventud en América Latina y el Caribe depende de las medidas que se tomen hoy para protegerlos de los efectos adversos del cambio climático, promover un crecimiento equitativo y evitar el riesgo de pobreza brindándole a cada uno de ellos una oportunidad en equidad para mejorar su bienestar.

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