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Coherencia en jaque: Cuando el valor de la palabra del gobernador choca con el voto de Losada y Galaretto en el Senado

La política santafesina acaba de asistir a un nuevo espectáculo de prestidigitación discursiva que roza los umbrales del asombro. Hace no muchas horas en un acto oficial en la Estación Policial Sudoeste de Rosario, el gobernador Maximiliano Pullaro fue tajante ante la prensa y con la seguridad de quién comanda con autoridad una tropa alineada, afirmó que se opone fervientemente a los recortes en educación, justamente esos que propiciaban los artículos 12 y 30 del capítulo 2 del presupuesto presentado por el gobierno nacional.

Sin embargo, cuando las luces de las cámaras se apagaron y se encendieron los tableros del Senado de la Nación, la realidad fue otra, totalmente opuesta, porque los senadores de la UCR santafesina, Carolina Losada y Eduardo Galaretto, quienes responden directamente a la terminal política del mandatario santafesino, terminaron avalando “con su voto o su estrategia” lo que Pullaro, en suelo rosarino, exponía como un hecho inaceptable. Con 42 votos a favor, 28 en contra y dos abstenciones, el Capitulo II del Presupuesto 2026 que propiciaba un fuerte recorte a la educación fue aprobado, contando, desde ya, con el inestimable “SI” de los legisladores santafesinos.

Las multitudinarias marchas universitarias no pudieron torcer el rumbo del voto de Galaretto y Losada en favor de los recortes a los cuales somete a la educación el nuevo Presupuesto nacional aprobado.

¿Cómo se explica que un gobernador critique el recorte propiciado por el presupuesto en un área tan sensible como la educación, mientras que sus representantes en el Congreso le dan la espalda a ese reclamo y votan en sintonía con LLA? Queda en evidencia que estamos ante una “fractura expuesta” de la coherencia, ya no se trata de un “tecnicismo legislativo” ni de una “libertad de acción” malentendida. Se trata evidentemente de prioridades que habitan en secreto en las penumbras de las “bambalinas del poder”. El pícaro juego del yin y el yang en donde desde el discurso, se defiende la universidad pública como motor de ascenso social y en los hechos se permite que el ajuste asfixie las aulas.

El costo de la ambigüedad

Esta actitud de “decir una cosa y hacer otra” es una táctica vieja que ya no engaña a nadie. Pullaro parece intentar jugar un doble juego que le puede resultar peligroso, quiere retener el perfil de “defensor de lo público y de las causas santafesinas” ante su electorado provincial, pero al mismo tiempo sus interlocutores válidos en el Congreso ceden ante las presiones del Ejecutivo Nacional.

La política no se trata solo gestión; es, sobre todo, credibilidad. La confiabilidad de una administración provincial queda lesionada cuando los senadores que representan a la alianza Unidos en Santa Fe, votan un ajuste que el propio gobernador de la provincia, descalifica. Si Pullaro realmente cree que los artículos 12 y 30 del capítulo 2 del Presupuesto Nacional era un golpe a la educación, el voto de Losada y Galaretto podría considerarse como una contradicción partidaria o una desobediencia política al mandato santafesino o quizás, algo peor aún, como una puesta en escena coordinada para quedar bien con Dios y con el diablo.

En el Senado se dio un hecho contradictorio, un desajustado el alineamiento entre el gobernador santafesino con los senadores que responden a la provincia.

Los magros últimos guarismos electorales que sufrió el líder de Evolución en Santa Fe durante este año, dejaron al descubierto que el particular electorado de la provincia castiga a los gobernantes que no cumplen con su compromiso con la gente. En este caso, la denuncia expuesta por el mandatario sobre los recortes en la educación, parece solo buscar “los vítores de la tribuna”, mientras que los legisladores que lo representan en las alfombras rojas del Congreso actúan de manera contradictoria. La educación pública no es solo una bandera de campaña que se pueda arriar según la conveniencia de la dirigencia de turno , es una causa innegociable.

Si Pullaro señaló con firmes palabras ante los medios su defensa a ultranza de la educación, mostrándose en sus convicciones, totalmente opuesto a lo que plantean los polémicos artículos del capítulo 2 del presupuesto, ¿qué pasó entonces durante el recorrido por los intrincados caminos que conducen al Senado? Losada y Galaretto, les deben una explicación a los santafesinos, pero lo más importante, el propio mandatario provincial debería entregarle una justificación a la sociedad de Santa Fe a causa del desprestigio en el que ha caído su propia palabra. Entre el dicho y el hecho, esta vez, quedó un abismo de incoherencia, ese que la comunidad universitaria, no olvidará fácilmente.

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