China exige a Japón que rinda cuentas claras a su pueblo
La posición de China de salvaguardar sus intereses centrales y defender la justicia internacional no cambió, y Japón debe retirar inmediatamente sus declaraciones indebidas y dar una explicación clara al pueblo chino, declaró este martes Mao Ning, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, en conferencia de prensa en Pekín.
La portavoz indicó que la situación actual en las relaciones entre ambos países tiene su origen en que la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, pronunció públicamente declaraciones incorrectas relacionadas con Taiwan, interviniendo totalmente en los asuntos internos chinos, violando gravemente el principio de una sola China y el espíritu de los cuatro documentos políticos entre China y Japón, y socavando la base política de las relaciones bilaterales.
Mao afirmó que la posición china de salvaguardar sus intereses centrales y defender la justicia internacional se mantuvo inquebrantable, según la crónica de la conferencia de prensa transmitida por la agencia de noticias Xinhua. “La parte japonesa debe retirar inmediatamente sus declaraciones indebidas, reflexionar profundamente sobre sí misma, corregir sus errores y dar una explicación clara al pueblo chino”, exigió.
Consultas
Por otra parte, Liu Jinsong, director general del Departamento de Asuntos Asiáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, sostuvo hoy en Pekín consultas con Kanai Masaaki, director general de la Oficina de Asuntos de Asia y Oceanía del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, según amplió Mao. Ella informó este martes en una rueda de prensa regular que durante las consultas China instó a Japón a retirar sus comentarios erróneos y a dejar de generar problemas en cuestiones relacionadas con su país.
Diaoyu Dao e islas aledañas
Luego, Mao Ning, expresó que Diaoyu Dao y sus islas afiliadas son territorio inherente de China, la cual no acepta la gestión injustificada presentada por Japón sobre el patrullaje de la Guardia Costera de China (GCCh) en sus aguas territoriales. La portavoz pronunció estas declaraciones en una rueda de prensa diaria en respuesta a una consulta acerca de informes de medios de comunicación, según los cuales, cuatro buques de la GCCh ingresaron a las aguas alrededor de Diaoyu Dao el 16 de noviembre.
Minoru Kihara, secretario jefe del gabinete de Japón, afirmó que su país había presentado a través de canales diplomáticos enérgicas protestas por la patrulla. “El patrullaje de la GCCh en aguas territoriales chinas es completamente legítimo y justificado”, afirmó Mao, quien agregó que China rechazó en el acto la irrazonable gestión de Japón y elevó una contragestión.
La vocera añadió que China exige a Japón cumplir con el acuerdo de cuatro puntos alcanzado en 2014 en relación con el manejo y la mejora de los lazos, respetar la soberanía territorial china y abstenerse de perturbar el patrullaje de la GCCh o de tomar cualquier medida que pueda dar lugar a una escalada de la situación.
“China nunca permitirá el resurgimiento del militarismo japonés”
Mao también se encargó de recordar que “China nunca permitirá el resurgimiento del militarismo japonés, como tampoco que alguien desafíe el orden internacional de la posguerra y vuelva a socavar la paz y la estabilidad mundiales”. Mao salió así al cruce de varios funcionarios de Japón que habían sugerido que este país planea modificar los rangos de sus Fuerzas de Autodefensa y utilizar de nuevo los títulos de rango del antiguo Ejército Imperial Japonés.
“La agresión del militarismo japonés infligió un profundo sufrimiento en Asia y el mundo”, recordó Mao. Y añadió que quienes olviden las consecuencias de la guerra se pondrán en grave peligro.
“Retórica tóxica”
Las recientes declaraciones indebidas de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sobre Taiwán no son solo bravatas irresponsables, sino que suenan una severa advertencia de que los demonios militaristas de Japón están siendo invocados de nuevo, advirtió luego otro cable de Xinhua, que continúa como sigue. Su abierta insinuación de una posible implicación militar en el estrecho de Taiwán no es un exabrupto aislado, sino el último síntoma de un proyecto político destinado a arrastrar a Japón de vuelta a una trayectoria peligrosa, continúa.
El ascenso político de Takaichi fue alimentado en el venenoso terreno del revisionismo histórico. Desde poner en duda la Declaración de Murayama, considerada la máxima expresión de la disculpa de Japón por los crímenes que perpetró antes y durante la Segunda Guerra Mundial, hasta negar la Masacre de Nanjing y glorificar símbolos militaristas, Takaichi se alineó con facciones que se niegan a afrontar la agresión pasada de Japón.
Tal visión del mundo la vuelve insensible a la profunda y dolorosa historia moderna que configura la cuestión de Taiwán, ciega ante los crímenes cometidos por Japón durante su dominio colonial sobre la isla y completamente ajena a la inquebrantable determinación de los 1.400 millones de chinos de oponerse a cualquier injerencia externa. Aún más alarmante es el resurgimiento del pensamiento militarista.
Respaldada por facciones revisionistas que sueñan con restaurar la “gloria” imperial, Takaichi se apresuró a ampliar las ambiciones militares de Japón con acciones como impulsar aumentos extraordinarios en el gasto en defensa y flexibilizar las restricciones a la exportación de armas. La reciente señal de que se está considerando revisar los tres principios antinucleares que Japón mantuvo durante mucho tiempo es un intento inequívoco de ampliar la huella militar del país mucho más allá de sus restricciones de posguerra.
Al vincular este resurgimiento militarista con la cuestión de Taiwán, Takaichi revela su intención más peligrosa de utilizar esa cuestión como pretexto para justificar la ruptura estratégica de Japón. Su retórica provocadora no es, por tanto, solo una frente a la soberanía de China, sino una maniobra calculada para redefinir la identidad de seguridad de Japón y normalizar su expansión militar. Este camino es peligroso.
Resucitar el militarismo bajo el paraguas de la retórica descabellada de una “situación que amenaza la supervivencia” pone en riesgo décadas de paz en Asia Oriental y podría arrastrar a Japón a conflictos creados por él mismo. Japón debe resistir estos peligrosos impulsos.
Permitir que fantasías militaristas dicten la política es una receta para la inestabilidad regional y, en última instancia, se volvería en su contra.
