Bruce Jeffrey Pardo, el “Santa Claus” femicida que se disfrazó en Navidad y mató a su ex esposa y ocho familiares
Bruce Jeffrey Pardo, conocido como el “Santa Claus” asesino, fue un femicida que un 24 de diciembre de 2008 se disfrazó de Papá Noel, mató a su ex esposa y a otros ocho ex familiares, y luego se suicidó en un barrio de Los Ángeles.
Pardo baleó a algunas de las víctimas fatales y luego prendió fuego el lugar, por lo que algunas de las personas fallecidas perecieron a raíz de las llamas o por inhalación de humo, en un hecho al que se lo llamó “la masacre de Covina”.
Las personas muertas fueron su ex pareja Sylvia Ortega Orza Pardo de 43 años; su ex suegra Alicia Sotomayor Ortega, de 70; su ex suegro Joseph Ortega, de 80; su ex cuñado Charles Ortega, de 49; su ex concuñada Cheri Lynn Ortega, de 45; su ex cuñado James Ortega, de 51; su ex concuñada Teresa Ortega, de 52; su ex cuñada Alicia Ortega Ortiz, de 46; y su ex sobrino político Michael André Ortiz, de 17.
El 24 de diciembre de 2008 en 1129 East Knollcrest Drive del barrio de Covina, una población en los suburbios de Los Ángeles, California, Estados Unidos, se produjo esta masacre perpetrada por Pardo, de 45 años, cuando celebraban la cena de Nochebuena.
El homicida entró a la vivienda disfrazado de Santa Claus, y se suicidó más tarde de un disparo en la cabeza en la residencia de su hermano.
Los investigadores estimaron que los asesinatos que llevó a cabo este sujeto pueden haber sido por problemas de pareja, ya que ambos se habían divorciado tan solo una semana antes del hecho.
Pardo, nacido en el Valle de San Fernando, en Los Ángeles, trabajó en el Laboratorio de propulsión a chorro en La Cañada Flintridge, donde conoció a su ex esposa.
Alrededor de las 23:40 de esa Nochebuena de 2008, el asesino serial se vistió de Santa Claus y se dirigió hacia la casa de su ex familia política, donde unas 25 personas celebraban la tradicional fiesta.
Llevaba un paquete envuelto en papel de regalo que contenía un lanzallamas de fabricación casera en un trolley, dos pistolas calibre 9 milímetros y dos pistolas semiautomáticas del mismo calibre.
Al abrirse la puerta, Pardo sacó las dos pistolas e inmediatamente disparó a su sobrina política de 8 años Katrina Yuzefpolsky, hija de Leticia Yuzefpolsky, una hermana de Sylvia Pardo, que al verlo por la ventana había corrido a saludarlo, hiriéndola gravemente en la cara.
Luego comenzó a disparar contra todos los asistentes a los festejos, quienes trataban de escapar aterrorizados.
De hecho, la Policía estima que el asesino pudo haber rematado con un disparo en la cabeza a algunas de las víctimas más cercanas, utilizando una de las pistolas adicionales.
Luego de la balacera, Pardo roció el lugar con nafta, sacó el lanzallamas casero que llevaba envuelto en papel de regalo y empezó a incendiar la vivienda. En el lugar se registraron nueve muertos entre los baleados y los que fallecieron en el incendio.
En tanto, otras tres personas resultaron heridas por los disparos: la nena de 8 años que recibió un balazo en la cara, una chica de 16 años que recibió un disparo en la espalda y una joven de 20 que se rompió un tobillo al saltar desde una ventana del segundo piso.
Uno de los sobrevivientes a la masacre se comunicó al 911 en pleno ataque al escapar y llegar hasta la casa de un vecino.
Mientras tanto, al lugar arribaron unos 80 bomberos que tardaron una hora y media en extinguir las llamas, ya que el combustible que esparció el asesino y los adornos navideños provocaron que el incendio avanzara rápidamente.
A raíz de la intensidad del fuego, la identificación de las víctimas se realizó a través de los registros médicos y las piezas dentales.
Tras el ataque, Pardo se puso su ropa de calle y a bordo de un Dodge Caliber que había alquilado se fue hasta la casa de su hermano en Sylmar, aproximadamente a unos 50 kilómetros de donde produjo la masacre y se suicidó. Justamente su hermano lo halló muerto en el sofá tras dispararse en la cabeza.
En la investigación surgió el dato de que el traje de Santa Claus se había derretido parcialmente durante el ataque con lanzallamas y se le había adherido a la piel sin poder sacárselo.
Al parecer, con esas gravísimas quemaduras de tercer grado en ambos brazos, Pardo cambió de parecer y se suicidó, ya que estiman que su plan inicial era solamente escapar.
La Policía encontró 17.000 dólares en efectivo atados a las piernas, al tiempo que se recuperaron de la escena del crimen 52 cartuchos de gran calibre vacíos y al menos 200 cartuchos más.
El vehículo estaba estacionado a la vuelta de la vivienda del hermano del sujeto, pero al considerarse que dentro del rodado podía haber una posible amenaza, un equipo de artificieros activó el dispositivo incendiario, quemando y destruyendo el automóvil.
En tanto, en la casa del asesino serial la Policía encontró cinco cajas vacías de armas semiautomáticas, una escopeta Benelli M2 táctica y un bidón de gasolina de alto octanaje. Los uniformados también hallaron una bomba de fabricación casera.