“Balas y blindajes”, metáforas de la política santafesina
“Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez” – John A. Lincoln
“Le entró la bala”, es una frase recurrente y muy usual en la jerga de la política actual , teñida de metáfora, y por demás emparentada con estos tiempos tan cambiantes en el humor social y su utilización hace referencia a aquellas puntuales acciones que pueden llegar a hacer daño o al menos, generar incomodidad, tanto para los dirigentes involucrados como para los espacios o partidos que representan, sean estos oficialistas u opositores, para el caso, es prácticamente lo mismo, porque ese perjuicio se sufre y se padece en grandes o pequeñas dosis y las consecuencias dependen del “tamaño de la espalda” que tenga quien ha recibido el embate.
La última elección del pasado 13 de abril dejó en claro que la bala al gobierno provincial le “entró” porque el oficialismo provincial perdió 21 puntos de apoyo popular en el comicio, un caudal político importante que se diluyó entre los dedos de las aspiraciones electorales de Unidos, porque evidentemente la ciudadanía de Santa Fe interpeló fuertemente al Ejecutivo provincial y los “puso en aviso” que algo mal se ha hecho, indudablemente, en estos 15 meses de gestión para haber provocado tamaño retroceso en la empatía con lo santafesinos.
La excusa electoral de la “Reforma de la Constitución” destapó los defectos y errores del gobierno, los cuales se habían mantenido convenientemente maquillados debido al estruendoso y categórico triunfo de Pullaro en el año 2023. “Nada es para siempre”, cantaría Fabiana Cantilo y algo de eso evidentemente ocurrió con el paso de los días del mandato del líder de “Evolución”, quizás los repetidos desencuentros con los jubilados, con los municipales santafesinos, con los docentes, con los trabajadores de los sindicatos de Luz y Fuerza y de Obras Sanitarias, estos últimos gremios elegidos como los “enemigos íntimos” del actual gobierno provincial. Nada es por casualidad sino por causalidad de los “errores” cometidos desde la gestión.
Podemos confirmar de manera contundente, que la “soberbia” es el mayor pecado capital de la política, aquellos que llegan a gozar de las mieles del poder a causa de un éxito electoral, más aún si este fue contundente, se convierten muchas veces en “prisioneros” del “virus de la arrogancia”, un mal que lleva inconscientemente a alejarse de la gente y sus problemas, porque el dirigente en cuestión atraviesa por un “estadio” de una “absurda omnipotencia”, que hace creer a quienes la padecen de estar “bendecidos” por un halo de superioridad y a partir de allí obran en consecuencia. “A quien le quepa el sayo que se lo ponga”, reza un viejo adagio popular, cada cual lo descifrará a su manera y descubrirá hacia quien va dirigido el mensaje.
La elección del mediado de abril pasado, también nos enseñó el valor que tiene en todo gobierno “un buen y eficiente blindaje”, ese que permite a las gestiones superar sin demasiados sobresaltos los “daños colaterales” que se producen con el correr de los días del mandato. Es ya “vox populi” en Santa Fe un rumor que advierte que la mayoría de los medios de comunicación tienen una “sospechosa” fina sintonía con el oficialismo, para que se muestre con “pompas y platillos” cada uno de los logros de la administración y se “sepa esconder hábilmente debajo de la alfombra de la información” aquellas noticias que atentan contra el buen obrar del Ejecutivo. Algo así como acordar y consensuar escribir con buena letra entre todos, el “diario de Pullaro” de estos tiempos.
Tener la “lapicera o la billetera” siempre a sido un aliado incondicional de todos los gobiernos, el éxito para una buena o mala imagen de una gestión depende del adecuado uso que se dé a esas herramientas que cuenta todo oficialismo. Pero no solo de medios se trata el “blindaje” sino también de “apoyos” encubiertos que en política permiten a los gobiernos mantenerse inmunes a los peligros que lo acechan, sobretodo en caso de existir una oposición con fortalezas serias, algo que aún no ocurre en Santa Fe. Pullaro (el más peronista de los radicales al momento de construir política) ha establecido sutiles vínculos bajo cuerda con importantes actores electorales de la función santafesina, para así mantener vigente su poder real y como un gran mérito ha sabido mantenerlos muy bien disimularlos. 03-03-456 cantaría Rafaela Carrá (el que no lo agarró, lo sentimos y se jodió).
El conflicto permanente por la falta de acuerdos en las paritarias de los gremios estatales, el rebrote de violencia sicaria en Rosario con varias muertes en poco tiempo en la city rosarina son algunos de los problemas en ciernes para el oficialismo. “A nosotros los medios nos contaban las costillas, hacían un circo de las muertes por el negocio de la droga y ahora esos mismos medios disfrazan los hechos lo más que pueden para que pasen desapercibidos”, se quejaba un ex funcionario de Perotti a este medio. Además, la aparición de hechos de corrupción en la policía por malversación de fondos destinados para combustibles, generan también mucha desconfianza en el electorado, pero lo que más molesta al santafesino son los aumentos desmedidos en las facturas del servicio de la EPE y sobretodo en los últimos días los fuertes recargos en las boletas de Aguas Santafesinas que hicieron trinar a los santafesinos, y que ya no ocultan a diario, su enojo contra el gobierno provincial.
“Balas que pican cerca”, la frase de Víctor Hugo Morales nos sirve para representar el latente peligro que acecha al oficialismo desde varios frentes, lo que hace que el escenario se le muestre bastante esquivo a futuro, todo debido a un evidente deterioro en el acompañamiento de la gente hacia el gobierno santafesino. Pullaro deberá recomponer con urgencia el GPS de su gestión para poder recuperar el buen vínculo que supo construir con la gente de la provincia antes de la elección del 2023, que oportunamente le brindó un contundente respaldo en las urnas. Si el gobernador no desensilla para volver al llano de los acuerdos le será muy cuesta arriba transitar estos dos años que le quedan y aunque logre modificar la Constitución para que exista la reedición de un mandato, en un contexto que pinta con cierta adversidad, no serán pocos – dentro de la alianza oficialista – los que en un tiempo cercano, empezarán en silencio a preguntarse: ¿la reelección, para qué?