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Axel Kicillof, “el orfebre que moldea con paciencia, un nuevo futuro para el peronismo”

Sergio Alcázar

El peronismo está tratando de reinventarse tras el fuerte cimbronazo generado en el partido por la derrota electoral del 22 de noviembre pasado en el balotaje en manos de Javier Milei, que ha dejado un sentimiento de vacío en la conducción de la fuerza, más aún cuando Sergio Massa se autoexcluyó en “cuarteles de invierno”. Al partido le esta costando encontrar un referente que se pueda hacer cargo de “la sortija” que quedó sin dueño en el carrusel partidario y en ese rubro de “necesidad” por nuevas figuras emergentes, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kiciloff parece poseer todas las condiciones para convertirse en un “nuevo líder”, a quién le tocará conducir un espacio que busca imperiosamente encontrar el rumbo deseado que le permita volver a ser, otra vez, competitivo electoralmente.

El mandatario bonaerense está llevando adelante una “construcción” casi artesanal, mientras resiste puertas adentro del peronismo las embestidas que le propina un sector tan intransigente como “La Cámpora”, tiende amigables puentes con dirigentes de otras fuerzas políticas. La estrategia de Kicillof está en sintonía con las formas con las cuales el general Juan Perón obró en su regreso al país tras el exilio en España, allí cabe recordar el famoso abrazo que se dio con su archienemigo político, Ricardo Balbín, junto al mensaje antigrieta con el cual trató de unir a los argentinos, actos que en sí, elevaron su impronta de dirigente y que propiciaron en aquellos comienzos de los setenta, tanto la concordia como el acuerdo para dar a las luchas por terminadas y a las diferencias, por sepultadas.

En estos tiempos que interpelan nuevamente a la sociedad argentina, tan afecta a las grietas y a los enfrentamientos binarios, Kicillof se plantó de manera equidistante a los extremos de la grieta, mostrando autoridad para defender sus convicciones y de paso, para ponerle límites al poder central. El titular del Ejecutivo de Buenos Aires sopesó el particular escenario que instaló Milei con sus disruptivas maneras de relacionarse con la política y entendió que el peronismo necesitaba ampliar sus bases de sustentación para poder penetrar en sectores de la población que hasta hoy le resultan esquivos. Axel Kicillof en su diagnóstico de la actualidad política entendió que resulta imperioso reconocer el valor de los buenos dirigentes más allá de sus propias fronteras partidarias y a partir de esa sinergia, elaborar los pilares para un nuevo armado político que se pueda oponer al avance de las posiciones de extrema derecha en la Argentina.

Kicillof ya cuenta con un piso de capital político, que ronda alrededor del 17% del electorado nacional, conseguido solamente con lo que tracciona su persona en las urnas de su provincia, pero le urge atravesar con expectativas ciertas el campo minado que representa la “negación” que produce la “marca del kirchnerismo” en muchas provincias, Santa Fe incluida, la cual detona sin piedad cualquier aspiración de éxito electoral que se tenga y para hacer crecer su proyección en el futuro inmediato, Kicillof necesita disputar con otras armas el voto de los sectores de centro e independientes, algo que lo obligará a tener que pescar adhesiones en una pecera que compartirá casi con seguridad, con el gobernador de Córdoba, Martín LLaryora.

El gobernador de Buenos Aires se ha convertido en el opositor más importante que se le ha plantado a Javier Milei en este comienzo de gestión del libertario, no solo por lo discursivo sino también por las acciones que lleva adelante, donde casi a hurtadillas empezó a tejer con sigilo alianzas con dirigentes de otros espacios, quizás la premisa que respalda la lógica de su obrar sea la de “ir sembrando voluntades para cosecharlas en el futuro”. En ese recorrido autoimpuesto, el economista visitó al gobernador de Chubut, Nacho Torres en el marco de la entrega de 15 ambulancias en comodato para el gobierno de la provincia sureña. Torres fue otro de los mandatarios provinciales que más se enfrentó con Milei desde el inicio de su mandato, por eso resulta todo un mensaje que el joven dirigente nacido en Trelew haya señalado que “es central que trabajemos juntos, espalda con espalda, poniendo por delante los intereses de la gente por encima de cualquier diferencia partidaria” y para un buen entendedor pocas palabras bastan.

Al gobernador del mayor distrito de la Argentina lo obsesiona poder concebir un país que tenga en el “federalismo” su única bandera, por eso trabaja con ahincó para armar una “Liga de Gobernadores” y siendo fiel a ese derrotero se encontró por segunda vez con Maximiliano Pullaro, el gobernador santafesino, recordemos que ya a mediados de marzo, el gobierno de Kicillof había enviado 80 móviles policiales a Santa Fe como ayuda para combatir el flagelo del narcotráfico. En este nuevo encuentro quedó en evidencia que ambos mandatarios comparten una fina sintonía para lo que son sus metas de gestión y que van más allá de las diferentes banderas políticas que representan.

“Quiero destacarlo, porque lo que hizo el gobernador fue, no solo acompañar simbólicamente, sino poner recursos de su provincia aquí en mi provincia en momentos muy difíciles”, reconoció con unción Pullaro en un tramo del encuentro que los tuvo a ambos como protagonistas. La frase del mandamás santafesino revela un existente ámbito de coincidencias, porque para ambos dirigentes, otorgarle un sentido más federal al país, no solo se debe proclamar, sino, llevarse a la práctica.  

El gobernador de Buenos Aires forma parte del necesario cambio generacional al cual deberá someterse el peronismo, mientras brinda asistencialismo a otras provincias, como si fuera un “Presidente Bis”, cumpliendo el rol que debería tener un estado nacional que se muestra demasiado ausente, al mismo tiempo se ha convertido en ese orfebre que moldea con paciencia el futuro del partido y lo hace en silencio ya que muchos de sus gestos suelen pasar desapercibidos, porque quizás para él, como diría el Principio, “lo esencial es invisible a los ojos”.  

Axel Kicillof, en tiempos de latente inacción de parte del grueso de la oposición en la Argentina, mueve sus fichas con táctica de ajedrecista, sabedor que cada movimiento que realice en su tablero, le podrá redituar en beneficios para una inevitable proyección nacional rumbo al 2027. Pero hasta que llegue ese momento de competencia electoral, el mandatario bonaerense se ha propuesto ser consecuente con una de las ultimas máximas del General Perón, la que abrazo el líder del peronismo al momento de volver a su patria, esa que reza “que para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino” y en eso anda ocupando su tiempo el ex diputado nacional, evidentemente.

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