EspectáculosRosario

Ciro y Los Persas hicieron del Anfiteatro un “Coliseo” musical y dieron una cátedra de rock en Rosario

Tras la suspensión del sábado por lluvia, Ciro comandó una fiesta de tres horas en un Anfiteatro repleto. Un show impecable que unió generaciones con himnos de Los Piojos y con temas emblemáticos de Los Persas.

La espera, esa que se estiró 24 horas por culpa de una tormenta en ciernes en la noche del día sábado, que obligó a postergar el show, solo sirvió para aumentar la ansiedad por ver a la banda. Rosario tenía ganas de rock, y Ciro Martínez tenía necesidad de encontrarse con los rosarinos para hacerlos bailar y cantar y vaya… que “si lo hizo”.

Desde temprano, el Anfiteatro Humberto de Nito se fue colmando de seguidores del grupo, hasta mostrar su mejor cara en el comienzo de la velada: un lleno total, con un público ansioso y diverso, que desde el vamos estaba listo para ser parte del ritual ofrecido. Hay que decirlo: la organización fue impecable, lo que permitió accesos fluidos y un operativo sin fisuras para que la previa y el show mismo, transcurrieran sin ningún tipo de inconvenientes. Un punto fundamental para un público que abarcó un rango de edad tan amplio, donde muchos ya peinando canas se mezclaron con otros asistentes que llegaron al recital con sus hijos a cuestas, todos a su manera, valoraron tanto el confort como el poder del volumen de los amplificadores.

Pasadas las 20:00, la máquina se puso en marcha. Con “Banda de Garage” y “Barón Rojo” como una declaración de principios, Ciro y Los Persas dejaron en claro que no sería una noche más, fueron tres horas de entrega física y un repaso quirúrgico por un cancionero que ya es parte del mejor ADN del rock argentino. Ciro Martínez, con esa energía inagotable que parece desafiar a las hojas del almanaque, domina el escenario como pocos. Se mueve, arenga, se calza la armónica y dirige a una banda que suena ajustadísima. El show fue un equilibrio perfecto entre la potencia de Los Persas (“Luz”, “Vas a Bailar”, “Antes y Después”) y la nostalgia indeleble de Los Piojos.

La noche tuvo dos invitados que jugaron de local. El primero en subir fue Ale Martínez, hijo de Ciro, para compartir una versión visceral de “Pistolas”. El rock, está claro, se lleva en la sangre y la conexión padre-hijo en escena fue un momento de pura complicidad y emoción. Pero la gran invitada de la noche fue Luli Bass, la destacada bajista que se sumó a Los Piojos en su vuelta, se adueñó del escenario durante gran parte del set. Ciro le cedió el protagonismo y ella lideró una seguidilla de clásicos piojosos que hicieron temblar hasta el éxtasis el Anfi.

Con Luli al frente, sonaron “Desde Lejos No Se Ve”, “Shup Shup”, “Civilización” y una versión coreada por miles de “Tan Solo”. Su presencia no solo aportó frescura, sino que demostró ser una pieza fundamental en el sonido actual de la banda, especialmente al revisitar esos himnos. El público, una mezcla perfecta de generaciones (padres con hijos adolescentes, grupos de amigos de 25, 40 y 60 años), vivió el recital como una verdadera fiesta. No hubo incidentes, solo ganas de cantar y celebrar esa liturgia que Ciro sigue proponiendo.

La recta final fue una apoteosis, “Me Gusta”, “Ruleta” y “Pacífico” mantuvieron la intensidad de la música desde el escenario, pero el cierre con “El Farolito” y “Astros” (ambas también con la potencia de Luli Bass) fue el broche de oro para una noche redonda. Ciro y Los Persas, un domingo de noviembre, dieron una verdadera cátedra de rock de tres horas, en un Anfiteatro que se convirtió en un imponente “Coliseo” donde la banda confirmó una vez más que su música sigue, y seguirá, sonando por mucho más tiempo. 🎶“Qué placer verte otra vez, nos decimos sin hablar, hoy todo vuelve a empezar y será lo que ya fue”….🎶

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *