Manual de la política libertaria: “El desprecio como método”
La absurda grieta política que atravesó la historia argentina en los últimos 10 años le dio vida al fenómeno Milei, porque fueron los fuertes contrapuntos entre kirchneristas y antikirchneristas los que llenaron de hastió las decisiones del electorado argentino, para llevarlos a tener que elegir entre solo dos opciones, un “blanco o negro” continuo que nos trajo a este particular estadio de situación, en donde reina como nunca el “deprecio por todo” y fluye una intolerancia rancia macerada y amparada en un odio venal hacia lo opuesto a la causa propia. Milei no solo, no derrotó a la grieta sino la empeoró de manera exponencial.
Desde su llegada al poder, Javier Milei cumplió al pie de la letra con lo que prometió en campaña, sobretodo con lo malo, esa puede ser quizás la mejor virtud que tuvo en esta historia, después ocupando el cargo de presidente desnudó su antipatía innegociable con todo lo que tenga que ver con la política. El economista se encargó puntillosamente de instalar su tan ansiada “batalla cultural” en donde los límites se fueron corriendo, viento a favor a sus intereses. Los buenos son los de azules (como supo decir tras una represión policial) o nosotros “la gente de bien” como se encarga de recordarnos a diario y para el caso es exactamente lo mismo. Milei da la sensación de estar siempre inmerso en un “bucle eterno” de rencor permanente y desde allí nos gobierna, mal les pese, a la mayoría de los argentinos a los que hoy, les cayó la ficha.
Milei vive alimentando su gestión a fuerza de desprecio, como en el caso de los estudiantes universitarios que solo persiguen el sueño de ser profesionales, desprecio también a los jubilados por ser “viejos meados” y hasta parece justificar el hecho de que tengan que ser agredidos en cada marcha de los días miércoles. Desprecio a los trabajadores con sueldos de miseria, que, según su absurda visión, no son explotados, sino que hasta “le compran dinero al empleador”, desprecio a los científicos por sus logros en los campos de la ciencia, desprecio a los periodistas por atreverse a contar los hechos tal como son. Desprecio a los médicos por salvar vidas, desprecio a los docentes por educar a los niños, desprecio siempre desprecio como si fuera “el método” que guía su actuar libertario.
También muestran con grandes dosis su menosprecio a la vida, como cuando el inefable gordo Dan publicó en su red social X la frase “uno menos” al conocerse la muerte del ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica. Abundan en su bitácora de gestión los desaires a sus aliados políticos, vale citar el maltrato hasta los límites de lo soportable contra la figura de Mauricio Macri. Además de un inocultable desdén con los diputados y senadores, sean ellos aliados u opositores, hacia los cuales sigue asegurando que forman parte de ese “nido de ratas” que es el Congreso. Desprecio a las instituciones y a la democracia. Rechazo a todo lo que significa el Estado, ya que juró convertirse en ese topo que desde adentro lo destruye. Indiferencia por el valor de la existencia cuando le quitó con una morbosa y total falta de sensibilidad la ayuda a los enfermos oncológicos terminales. Milei y su séquito exhiben, hasta con un cierto aire de orgullo esa total falta de empatía que demuestra con el prójimo. Y así nos va como sociedad, lamentablemente.
Javier Milei no llegó al poder para liberar a la sociedad argentina de tanto oprobio padecido, sino todo lo contrario, arribó al Ejecutivo para que los ciudadanos de este país sean esclavos de sus caprichos y berrinches, y como si fuera “un niño malcriado” los expresa a diario repartiendo “castigos” y “blasfemias” a todos aquellos que osan desafiarlo. No solo lo hace con los que piensan distintos, porque con los propios tampoco es demasiado condescendiente que digamos, sino no se entiende entonces la bronca de los militantes de su espacio hacia su persona por hacerles promesas falsas de un dinero que no cumplió por asistir al acto de cierre de campaña de Manuel Adorni en Recoleta. El mundo libertario es demasiado “raro” para encuadrarlo en los parámetros conocidos de la política doméstica, lo que si es seguro que “transpiran violencia” como ninguno.
El campo de batalla preferido por La Libertad Avanza para mostrarse poderoso, es el mundo virtual, haciendo de las redes sociales la principal arma desde donde intentan aleccionar y hostigar a los opositores con una saña que roza lo salvaje, eso sí, siempre bien ocultos y protegidos detrás del anonimato de “nicks falsos”, porque en las calles – donde en el cara a cara se libran las verdaderas luchas sociales – esta recontra visto que, como ningún otro espacio político, brillan por su ausencia. Pero en la contienda en los campos de la internet también han visto descender su autoridad, no son tan intimidantes, quizás por el arrepentimiento que ya no ocultan muchos de los que lo apoyaron con su voto porque se dieron cuenta que Milei no era precisamente ese “Mesías” que los iba a llevar a la tan ansiada “tierra prometida”. Hay mucha gente que la está pasando muy mal, que no llega a fin de mes y eso transformó ese oportuno acompañamiento al libertario, en un contundente rechazo a su persona.
El cambio de humor social marca siempre el pulso de cualquier escenario político, más allá del descenso de los índices de inflación, de una supuesta mejoría en la macroeconomía y del profesado déficit fiscal cero, en la diaria de los habitantes de este país lo único que pesa es que la plata no alcanza, que cada vez resulta mas cuesta arriba vivir y como dice el axioma electoral “la gente siempre termina votando con el bolsillo”, por esa razón envuelve un temor en ciernes en el oficialismo que en la elección de CABA del domingo pueda haber un voto castigo a las políticas de ajuste y a la falta de solidaridad social que exhibe con tanta rigurosidad el gobierno nacional.
Más allá de un triunfo “pírrico” en la ciudad de Salta, poco poderío ha mostrado LLA en los comicios del último domingo, aunque desde el poder central se han encargado de magnificar hasta lo absurdo lo recaudado en las urnas en las provincias de Jujuy, Chaco, Salta y San Luis, maquillados esos resultados obtenidos como supuestos “logros electorales”. “No hay peor ciego que el que no quiere ver”, que alguien por favor se lo haga saber a quién nos gobierna. En el manual de la construcción política libertaria, “el desprecio es el método elegido para su gestión”, el cual lo usan para instalar una agenda centrada en el conflicto permanente contra enemigos diferentes en cada ocasión , para correr de esa manera la atención a los problemas que verdaderamente le importan a la gente. Los argentinos por ahora no reaccionan, parecen cautivos de un nuevo síndrome de Estocolmo que los mantiene adormecidos y con una total falta de reacción y así será hasta que la sociedad les diga basta, solo nos resta saber ¿cuánto falta? para que eso ocurra…