En estos días se recuerdan los 55 años del primer Rosariazo
Por Carlos Del Frade
La primera víctima fue Adolfo Bello y la segunda, el 21 de mayo de 1969, Luis Norberto Blanco, un pibe aprendiz de obrero metalúrgico de solamente quince años. Aquel asesinato del chico conmovió la entonces ciudad industrial, portuaria y ferroviaria.
Su cortejo fue seguido, según las hermosas y profundas crónicas de la época, por casi cien mil personas que no admitían que se pudiera matar chicos. Cinco décadas y media después, la destrucción de aquella matriz trabajadora generó negocios mafiosos como el narcotráfico y el contrabando de armas y las pibas y los pibes son vistos, por mucha gente, como victimarios.
Ya no hay cien mil personas que salen a decir con los pibes no, los pibes no son el problema, están en problemas. Hasta la vicegobernadora de Santa Fe dice que “hay que bajar la edad de imputabilidad para salvar a los chicos”.
En estos tiempos crueles e hipócritas, hay que recordar aquella imagen Luis Norberto Blanco, mirar sus ojos y pensar qué pasó en poco más de medio siglo para volvernos tan carnívoros.