En Argentina, se diagnostican cerca de 1.200 nuevos casos de leucemia mieloide aguda por año
La mitad de las leucemias son agudas y, entre estas, de acuerdo con la Sociedad Argentina de Hematología, el 80% corresponde a la leucemia mieloide aguda (LMA). Por lo tanto, de los más de 3.000 casos de leucemia que el Instituto Nacional del Cáncer publicó que se diagnostican en Argentina por año, cerca de 1.200 corresponderían a esta leucemia, que es considerada el tipo de cáncer de más rápida evolución.
“Desde ALMA acompañamos a los pacientes con leucemias, tanto crónicas como agudas, y aprovechamos los días mundiales como hitos para profundizar en el conocimiento de la comunidad sobre estos temas, para promover el diagnóstico a tiempo y, de esa manera, contribuir a que el tratamiento se inicie en forma oportuna también”, destacó Fernando Piotrowski, paciente y director ejecutivo de la Asociación ALMA.
“Entre los signos y síntomas que pueden presentarse al momento del diagnóstico, los más frecuentes son la falta de aire, aparición de hematomas, fiebre, debilidad y propensión a infecciones. Como son algo inespecíficos, dificultan su diagnóstico, lo que contribuye a que la enfermedad progrese y empeore el estado del paciente rápidamente. Por esto, el diagnóstico en tiempo y el inicio del tratamiento específico son fundamentales para la evolución de los pacientes”, describió la Dra. Silvina Palmer, médica hematóloga, miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Hematología (SAH) e integrante de la Unidad de Trasplante de Médula Ósea del Hospital Británico.
Si bien la leucemia mieloide aguda no es una enfermedad hereditaria ni contagiosa, existen determinados factores que pueden aumentar la probabilidad de desarrollarla. Entre ellos, se incluyen:
- Edad avanzada (es más común a partir de los 65 años).
- Sexo (es más frecuente en hombres).
- Fumar.
- Exposición a radiación de alta dosis o productos químicos, como solventes industriales.
- Haber recibido quimioterapia o radioterapia para otros cánceres.
- Haber tenido una enfermedad de la sangre, como un síndrome mielodisplásico.
- Haber nacido con un trastorno genético.
La necesidad de un diagnóstico temprano tiene que ver con que el inicio de un tratamiento inmediato se asocia con mejores tasas de supervivencia y calidad de vida de los pacientes. Tal como refiere la SAH en sus guías de diagnóstico y tratamiento para leucemias agudas, el tratamiento de la LMA puede incluir las siguientes opciones:
Quimioterapia intensiva: la administración de ciclos de inducción y consolidación de altas dosis de quimioterapia procura destruir las células cancerosas en la médula ósea. Esta opción puede ofrecer una remisión completa y duradera, sobre todo en pacientes jóvenes y con buena condición física.
Trasplante de médula ósea: para algunos pacientes con determinadas condiciones, el trasplante de médula ósea, realizado luego de la administración de los ciclos de quimioterapia intensiva, puede ser una opción curativa. Este procedimiento implica reemplazar la médula ósea enferma del paciente con células madre sanas de un donante compatible. Tal como explicó la Dra. Palmer, “con quimioterapia intensiva o trasplante de médula ósea, el 40% de los menores de 60 años que desarrollen esta enfermedad podría curarse, aunque esa tasa va disminuyendo en pacientes con alteraciones moleculares y más añosos”.
Terapias dirigidas: diseñadas para atacar específicamente mecanismos involucrados en el desarrollo y/o en la muerte de las células cancerosas, minimizando el daño a las células sanas. Para la especialista, “son una muy buena opción para pacientes que tienen contraindicada la quimioterapia por edad avanzada o fragilidad, entre otros motivos. Algunas de estas terapias, utilizadas en forma combinada, han demostrado altas tasas de seguridad y eficacia, sin necesidad de internaciones (hay medicaciones orales y otras subcutáneas que se administran en forma ambulatoria) y evitando el perfil de toxicidad de la quimioterapia”.
Desde ALMA enfatizaron la necesidad de iniciar el tratamiento de forma inmediata una vez confirmado el diagnóstico, porque es una enfermedad que avanza rápidamente y requiere un abordaje sin demoras para lograr un mejor control.
“En los últimos años debimos enfrentar constantes obstáculos con financiadores del sistema de salud para que cubrieran y entregaran a tiempo determinadas medicaciones para su tratamiento. Si bien hubo avances importantes con respecto a la cobertura de algunas de estas terapias, aún tenemos que trabajar entre todos los actores involucrados para que el acceso universal al tratamiento esté garantizado. En el caso de la LMA, la rapidez con la que se inicie el tratamiento hace la diferencia y cada minuto cuenta”, reconoció Fernando Piotrowski.