¿Estás igual?: Pedro Castillo, el “espejo” del que todos rehúyen en el gobierno de Milei
“Si quieres ganar un adepto para tu causa, convéncelo primero de que eres su amigo sincero” – Abraham Lincoln
Son tiempos agitados en Argentina, los primeros días del gobierno de Javier Milei no fueron precisamente una “panacea” para muchísimos argentinos que por estos días andan muy preocupados por las medidas económicas que afectaron fuertemente a sus bolsillos y también, por las iniciativas gubernamentales que persiguen instalar de “prepo” un DNU y una ley Ómnibus, y donde buena parte de la sociedad considera que las mismas tienen un tinte dictatorial y antidemocrático.
El presidente de los argentinos se ha encargado -desde el mismo instante que arribó a la Casa Rosada – de mostrar su desprecio por el Congreso Nacional, no solamente dando el discurso inaugural de espaldas al Parlamento sino tratando de “coimeros” y “delincuentes” a los legisladores que se oponen a sus “propuestas”, que según el libertario nos llevarán a la prosperidad en el futuro, “dentro de 45 años seremos Irlanda” como supo decir en el mensaje de despedida de año. “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante”, reza el conocido refrán, al menos en esa espera nos hizo un “descuento” el referente de La Libertad Avanza. Algo es algo…
En este turbulento comienzo de la gestión del economista resulta casi lógico buscar ciertos paralelismos con otros gobiernos en Sudamérica, que han atravesado por situaciones parecidas en términos de gobernabilidad inicial. La referencia con el gobierno de Pedro Castillo en Perú es un buen ejemplo para establecer una “analogía”, porque en ambos casos (Milei-Castillo) se dieron encuadres similares que nos permiten “proyectar posibles escenarios de resolución” para la Argentina.
Castillo fue presidente del Perú en julio del 2021 y en las elecciones Generales solo logró un 19% del apoyo popular, aunque salió primero en esos comicios. Milei en cambio obtuvo casi el 30% de sufragios que lo colocaron en un segundo lugar detrás de Sergio Massa. Ambos fueron ungidos presidente en un balotaje, el libertario con más del 55% de los votos y Castillo apenas superó a Keiko Fujimori con el 50,13% del favor de los votantes.
Lo que “emparenta” al éxito obtenido por los dos mandatarios es el débil consenso legislativo que pudieron construir desde las urnas, lo que derivó en una escasa o casi nula representación parlamentaria, que los colocó desde el vamos ante un escenario incierto y complejo para poder gestionar. “Fujimorazo” supo escribir hace unos días Juan Cruz Cándido en su red social X, el ex diputado provincial y hombre de extrema confianza del gobernador Pullaro, hizo pública esa referencia al mostrar su enojo por la presentación en el congreso del decretazo de Milei. “Cualquier parecido con la realidad, deja de ser, pura coincidencia”.
El ex diputado nacional, “Peluca para los amigos”, amenazó reiteradas veces durante la campaña con terminar con la “casta” y está llevando al pie de la letra esa advertencia cargando con “desprecio” contra los representantes de las provincias en el Congreso Nacional. Por “ese mismo atajo” también transitó el líder peruano, quién buscó afanosamente (símil Milei) obtener mayores cuotas de poder con discursos poco concertadores y que hicieron que se debiliten sus escasos lazos políticos, generando un período de incertidumbre en su país.
El actual ocupante del “sillón de Rivadavia” está siendo cuestionado por la oposición y la sociedad misma por la elección de algunos integrantes de su gabinete, sobretodo en un área tan crítica como es la economía, siendo los casos de Toto Caputo y Federico Sturzenegger como los más resistidos por su participación activa en el fracaso del gobierno de Mauricio Macri. Al respecto el propio Castillo, de igual modo, fue oportunamente reprobado por nombrar como funcionarios públicos de alto nivel a personas cuestionadas, polémicas y no idóneas para los cargos.“No hay que buscar los parecidos, sino las semejanzas”,hubiera dicho ⅘Saul Steinberg sobre esta puntual coyuntura.
Milei tensó mucho la cuerda con el Congreso, en su afán de conseguir los “superpoderes” para poder gobernar a su antojo y entró en un peligroso laberinto – como el coronel del libro de García Márquez – en donde el libertario abraza una incontinente necesidad de autopercibirse rey y para esa búsqueda recurre a plantearle a la sociedad escenarios catastróficos o bíblicos si no le dan lo que pretende. “Menem o el abismo” se acuerdan, justamente fue la frase usada por alguien a quién Milei, admira. “Todo tiene que ver con todo”, bien pudiera haber señalado el recordado Pancho Ibáñez.
Castillo debido a sus “malas formas” de ejercer su cargo enfrentó dos procesos de vacancia presidencial en el Congreso, los que “paso raspando” porque en las Cámaras no se logró por poco margen alcanzar los votos necesarios para destituirlo de su cargo. El peruano a más de un año de su llegada al poder tuvo que padecer una serie de protestas en todo el país debido al aumento de los precios, principalmente, en los combustibles, eso hizo crecer exponencialmente el rechazo social hacia su figura. Milei fue más precoz en la materia, en pocos más de 20 días de gestión ya generó múltiples cacerolazos, marchas contra el DNU y hasta provocó el anunció de un paro nacional de la CGT. El economista como ningún otro mandatario desde la vuelta de la democracia en Argentina dilapidó el caudal político obtenido en las urnas. “Chocolate por la noticia”, hubiera dicho mi abuela.
El comienzo del 2024 será vital para convalidar o no las iniciativas de los libertarios, como el “horno no está para bollos” desde el oficialismo deberían bajar el nivel de “apriete” y cambiar el eje de la estrategia para lo que viene, que será “muy heavy” porque el peso del ajuste se empezará a sentir muy fuerte en los bolsillos de la gente y eso hará cambiar “radicalmente” el humor social de “propios” y “extraños” para el gobierno nacional.
No está mal recordar en estos tiempos tal álgidos en Argentina que Pedro Castillo en su momento viéndose en desventaja con el poder legislativo y mediante una cadena nacional anunció la “disolución del Congreso” y la declaración del “Gobierno de Excepción”, lo que valió una reacción unánime en contrario, al considerar la sociedad que esa acción era totalmente ilegitima e iba en contra del estado de derecho en Perú. Moraleja: “Poco después de esa declaración el Congreso votó por amplia mayoría su destitución y el gobernante terminó preso”. “Aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla”, no estaría mal que en esta tierra de “argentinos de bien” quienes ostentan el poder de turno empiecen a prestarle una debida atención a esta afirmación. Teléfono para Milei, solo nos queda esperar y rezar que el tono de la llamada no dé ocupado porque esta hablando con Conan.