El gobernador del millón de votos: Pullaro fue el artífice de su propio destino
“Ningún hombre es demasiado bueno para gobernar a otro sin su consentimiento” – Abraham Lincoln
“Me prepare toda la vida para ser gobernador”, la sentencia sirve para despejar – de una vez – todas las dudas, una frase que adquiere una brutal dimensión en un presente que le sonríe y que, de paso, le pone sobre sus hombros la durísima tarea de tener que conducir los destinos de Santa Fe por los próximos 4 años, en un escenario que se muestra complejo, para otorgarle quizás, un tinte de épica a la tarea que tendrá por delante.
Maximiliano Pullaro, es el protagonista de este particular relato, y que tiene sutiles trazos de resiliencia, porque para el oriundo de Hughes nada le fue fácil en la vida. Tanto así, que uno imagina a su pasado, al presente y futuro sentados en una mesa de café, mirando la misma película, confiados ellos en que el sacrificio, la capacidad y la inteligencia-equipaje de ruta del dirigente radical– le permitirán salir airoso de las paradas bravas que se avecinan. “La historia la escriben los que ganan”, cantaba Lito Nebbia, Pullaro hoy tiene sobrados argumentos para poder escribir la propia.
Nunca jamás en la historia de las elecciones de Santa Fe ningún candidato a gobernador había superado el millón de votos, una increíble cosecha electoral que significa un inmenso cheque en blanco emitido por los santafesinos, para que con él pueda cambiar su preocupante realidad. Un hito que generó asombro y que seguramente le demandará muchas más obligaciones que las previstas, al instante de comenzar su mandato.
El diputado provincial, el domingo 10 de septiembre – de paso- le devolvió al radicalismo el brillo de otras épocas, lo llevó de vuelta a esos tiempos de bonanza partidaria donde el espacio mandaba con autoridad en el concierto político nacional. Como una lógica consecuencia , Pullaro va camino a convertirse en ese indispensable mojón que le puede permitir a la UCR edificar su definitiva resurrección. A partir del inconmensurable logro conseguido en las urnas, el “centenario partido”, quizás ahora tenga en el legislador provincial un poderoso motivo para proyectar ese postergado resurgimiento y en épocas de vacas flacas, con notoria ausencia de “rutilantes” referencias nacionales, el derrotero que transita el líder del espacio “Evolución” santafesino se vuelve por demás de promisorio.
Para intentar explicar las razones de su histórico triunfo hay que señalar que Pullaro hace de su esfuerzo personal un culto, una permanente búsqueda que persigue lograr “la mejor versión de sí mismo”. Un dirigente que como “buen orfebre”, en silencio y con trabajo, fue moldeando su victoria, recorriendo incansablemente la provincia, estableciendo ese vínculo indispensable de cercanía con la gente, algo que le permitió a cada vecino de Santa Fe “humanizar al candidato”, una premisa tan simple y necesaria, pero que muy pocas veces se puede dar por cumplida.
Pullaro supo darle sentido a cada ladrillo puesto en la construcción de su carrera política, el haber sido un boxeador amateur le sirvió para templar su personalidad y le dio las armas necesarias para poder esquivar con éxito los golpes bajos que le propinaron sus adversarios. En la interna partidaria no se la hicieron nada fácil, Carolina Losada durante la contienda electoral rumbo a las PASO lo atacó de manera constante y sin prueba alguna, solo le faltó hacerlo responsable de las siete plagas que asolaron Egipto. Ni siquiera eso fue capaz de sacarlo de eje y obligarlo a cometer errores, con el diario del lunes nos damos cuenta que en esa postura moderada estuvieron las bases de su gran victoria.
Esa particular templanza lo llevó a meditar siempre las reacciones y por esa razón jamás respondió un agravio. Tuvo la tranquilidad, la paciencia y la sabiduría para comprender que esa actitud lo ubicaba en el camino correcto, leyó muy bien el hartazgo de una sociedad cansada de las disputas inconducentes entre políticos. Entendió que el “barro” ya “no garpa” como antes y eso lo hizo alejarse de cualquier conflicto posible. ¿Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, cómo sabrá gobernar a los demás?, decía Confucio, Pullaro supo interpretarlo para obrar en consecuencia.
El gobernador electo tuvo sus orígenes políticos en el radicalismo de Raúl Alfonsín, con quién mantuvo una estrecha relación y seguramente ese vínculo marcó su conducta futura. “Maxi vive para la política”, suelen describirlo desde su entorno más cercano, y aseguran los que lo conocen bien que se siente más cómodo transitando por los atajos del hacer, por eso quizás escapa a la excesiva retórica discursiva, prefiere el perfil bajo rehusando siempre de las luces de las marquesinas, porque tal vez aprendió muy bien que la verdadera política pasa por otro lado, lejos del mundanal ruido de cualquier campaña.
Unidos para Cambiar Santa Fe desde el comienzo fue una construcción difícil, amalgamar tantos partidos e ideologías requirió de una fuerte dosis de estrategia. El ex ministro de Seguridad fue clave para mantener esa sintonía fina que necesitaba la alianza. En las grandes estructuras es muy común encontrarse con actos de destrato hacia los dirigentes, allí mismo fue donde Pullaro cambio el paradigma, puso manos a la obra para generar un indispensable sentido de pertenencia. “Me llamó para felicitarme el mismo domingo de la elección, un gesto que valoro mucho y que me lleno de alegría en una noche que era muy especial para mí, me sentí siendo parte de una familia”, señaló a este medio una joven concejala electa en su primera participación política en una pequeña ciudad vecina a Rosario. “Mejor que con palabras la sinceridad se muestra con acciones” decía Shakespeare. Cualquiera parecido a la realidad no es pura coincidencia.
Para el futuro ocupante del sillón del Brigadier López la inseguridad será “la madre de todas las batallas” que deba librar, ahí seguramente el nuevo mandatario de Santa Fe pondrá toda la mayor atención, su buena foja de servicios como ex funcionario del área le otorga un plus extra importante para poder hallar la mejor receta para derrotar a una problemática que ha sembrado mucha preocupación en la sociedad de la provincia. El tiempo será juez y testigo de los resultados que obtenga. “Sé que es honesto y capaz, comprometido y con decisión política”, supo decir alguna vez Miguel Lifschitz sobre Pullaro y es bueno recordar esa frase que sirve como valioso antecedente, en estos tiempos de “nochebuena” de su gestión.
El futuro gobernador es muy apegado a sus afectos y recordó con cariño a su escuela primaria N.º 504 “Domingo Faustino Sarmiento” y evocó sus años de guardapolvo blanco con una puntual remenbranza: “Si vieran las actuaciones que hice en este escenario, personifiqué a San Martín”, en alusión a algún acto patrio que lo tuvo como protagonista. Hoy el caprichoso destino lo pone arriba de otro “plató” en donde espera dar una relevante actuación y en estas vísperas de un nuevo gobierno no esta mal desembarazarse de toda bandería política y citar una frase del general Perón -infinitamente incumplida por la dirigencia- la cual reza que “para conducir a un pueblo, la primera condición es que uno haya salido del pueblo; que sienta y piense como el pueblo”, vaya “traviesa paradoja del destino, que justamente un radical parece cumplir con creces con esa premisa” , ojalá le vaya muy bien a Maxi Pullaro porque de esa manera nos irá mucho mejor a todos los que habitamos esta provincia. Los santafesinos nos merecemos, que, de una vez por todas, así sea…