Julián López: “En la lectura y en la escritura es donde puedo menguar el aturdimiento”
La Feria Internacional del Libro de Rosario 2023 tendrá lugar en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, desde el miércoles 2 y hasta el sábado 12 de agosto. Coorganizada junto a Fundación El Libro, la Feria está impulsada desde la Municipalidad de Rosario en el marco de su política cultural pública, con entrada libre y gratuita.
En ese marco, el escritor Julián López presentará su última novela, El bosque infinitesimal, el viernes 4 de agosto a las 18 horas en la sala Beatriz Guido del primer piso. Con sus novelas anteriores, Una muchacha muy bella y La ilusión de los mamíferos, López irrumpió en la escena literaria nacional con premios y traducciones, colocándolo en un lugar destacado entre los escritores argentinos contemporáneos.
Julián nació en Buenos Aires en 1965. En 2004 publicó Bienamado, en 2013 Una muchacha muy bella, traducida al neerlandés, al francés, al inglés y al italiano y publicada en Holanda, Francia, los Estados Unidos e Italia. En 2018 publicó La ilusión de los mamíferos y en 2020 Meteoro. Desde 2006 codirige el ciclo de lecturas en vivo Carne Argentina; también dicta clínicas de escritura y es docente en la Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
El bosque infinitesimal, su novela más reciente, está situada en el siglo diecinueve, en una ciudad imaginaria en Europa del Este. Sus protagonistas son los médicos Gut y Blavatski, que capturan a una persona que vive en situación de calle, para experimentar con su cuerpo en vías de mejorar la especie humana. El escritor hace uso de la ironía y el sarcasmo para abordar un tema actual como es la primacía del modelo positivista.
Sobre cómo fue el proceso de escritura de este libro, cuenta: “Fue la primera novela que intenté escribir y después de un puñado de páginas, bastantes, quedó esperándome más de veinte años. En el inicio, la lectura de Médicos maleantes y maricas (una investigación acerca del higienismo y las ciencias médicas en Argentina de principios de siglo XX en relación con la sexualidad) de Jorge Salessi, fue determinante. Con los años y con otras lecturas, la biografía de Freud de Elizabeth Roudinesco, algo de Etienne Souriau y, básicamente, de Tristes trópicos de Claude Levy-Strauss, supongo que el libro más conmovedor que me tocó leer, pude acercarme al material, meterme ahí muy desaforado y pensarlo un sistema de trama muy determinada que funcionara en los términos del género, pero que mostrara fugas constantes hacia afueras que incluyen las lecturas y algunos íconos del pop”.
Y agrega: “La novela está cruzada de referencias a libros, de hecho hay dos zonas de intertextualidad directa muy específica en la que uso textos tanto de Souriau como de Levy-Strauss, pero también a Björk, a Madonna, a Sade, a Ornella Vanoni, a Esperando la carroza”.
Cada uno de sus libros son muy diferentes en sus tramas y estructuras. Aunque todos tienen en común o como centro de la trama los vínculos entre seres humanos. Si es algo que busca o se repite como un interés inconsciente, el escritor dice que lo busca a pesar de sí mismo. “Parte de ese desafuero con el que escribí es el mismo perfil de lo que me atormenta: por qué nos cruzamos, por qué nos encontramos, por qué nos desencontramos, cómo la experiencia mundo incide en la posibilidad y en la calidad del encuentro. No importa de lo que escriba, escribo siempre lo mismo”, explica.
Sobre la ironía y el humor que está presente en la trama, dice que ese tono, la ironía, el humor, apareció con el texto, que ese texto se contaba así. “Para mí fue un gran catalizador de esa escritura y solo en los términos de la carcajada o de la sonrisa desdeñosa podía hacer funcionar el sistema de la novela. El humor fue una herramienta para hacer eso que busco casi exclusivamente en un texto, la posibilidad de un apropiamiento de la lengua y, sobre todo, de un modo particular de la lengua”.
Acerca de su participación en la Feria del Libro y de lo importante de este espacio de difusión de la literatura, López señala que lo que valora es lo que sucede en los bordes o caído de los bordes del evento, la posibilidad de cruzarse con colegas lectores y escritores. “Uno nunca sabe cómo se arman esas tramas y la promesa de una Feria para mí es básicamente esa, el suceso inadvertido, lo que pasa en términos de algo que puede desplegarse a futuro y es siempre inesperado”, dice.
Sobre qué significa la literatura dice que no lo sabe. “Suelo no preguntarme acerca de eso, no me gusta hablar de literatura, apenas puedo hablar de la escritura, a veces de la lectura, y siempre en el plano de lo experiencial. No sé pensar lo abstracto. Y, en ese sentido, lectura y escritura te diría que son actividades esenciales, lo único que puedo hacer, es ahí donde puedo pensar, por lo menos es ahí donde puede menguar el aturdimiento. Lectura y escritura te confrontan con eso que se está coagulando en vos y siempre es mezquino, por eso leer y escribir es tan duro y tan divertido”, reflexiona.
López siempre está escribiendo poesía y pensando en libros posibles que la mayor parte del tiempo quedan en nada. Actualmente, empezó a trabajar en un nuevo mundo narrativo. “Algo a lo que quiero entrar hace mucho, una novela epistolar en la que las cartas no son respondidas”, finaliza.