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Clásico Rosarino: Newells-Central y la “crónica de un empate demasiado anunciado”

Newells y Central es el encuentro más esperado y más pasional del futbol argentino, que terminó nuevamente en pardas. Un empate demasiado previsible donde los nervios, los errores y el miedo escénico le ganó la pulseada a la osadía y el atrevimiento de los protagonistas, que jugaron un partido con el freno de mano puesto, nadie se salió del libreto y por esa razón entregaron un cotejo- que a duras penas- superó la frontera de lo discreto.

“Mucho marco para tan poco cuadro”, bien podría haber sido el título de este resumen. A La multitud de hinchas que llenó el “Coloso” del Parque Independencia y el resto de la ciudad que estuvo pendiente de su resultado a través de los medios de comunicación, los habrá atravesado el mismo gusto agridulce, de un enfrentamiento que ofreció mucho en el escaparate de emociones en la previa y que terminó brindando una pálida puesta en escena de ambos equipos. El empate premió y castigó por igual a la lepra y a los canallas.

Rosario Central llegaba mejor perfilado al convite clásico, las dos victorias en fila le daban una cierta supremacía en las preferencias anteriores al juego. Luego en el campo los pronósticos suelen hacerse trizas con el devenir del desarrollo del encuentro. El canalla fue ligeramente superior en la primera etapa y Newells se mostró mejor predispuesto al disputar el complemento. Todo dentro de un cotejo que aburrió en muchos pasajes y en otros se disputó con más ganas que fútbol y en ese escenario, la igualdad les cayó como anillo al dedo.

Del partido propiamente dicho hay que citar el corte en el pómulo derecho del arquero Broun fue un preanuncio de lo que sucedería en el clásico, donde hubo mucho roce, infracciones, pelotazos largos y sin sentido, protestas y discusiones a doquier y muy poco de juego para rescatar. Una etapa fácilmente olvidable, porque el trámite mediocre brindado se devoró rápidamente a las expectativas generadas por él partido.

Las únicas llegadas claras del primer tiempo fueron a través de pelotas paradas, Central se acercó con peligro al arco leproso por ese medio mediante un cabezazo de Mallo que Hoyos mandó al córner con y otro de Veliz que desde inmejorable posición se la entregó al cuerpo del arquero. En la bitácora de la Lepra solo para recordar un centro rasante de Pittón que Brian Aguirre por el segundo palo no pudo conectar convenientemente contra la portería de Broun. Un hibrido recuento de oportunidades para un cotejo del cual se esperaba mucho más.

Para el complemento Newells salió predispuesto a modificar su timorata imagen, como una mejor prestación de sus jugadores. Heinze paró su equipo unos metros más adelante y le agregó mayor agresividad a sus dirigidos. Recalde se retrasó para empezar a gestar juego, permitiendo que Sordo y Aguirre tengan mayor incidencia en la gestación del juego leproso. Ese cambio de postura no se trasladó a situaciones de riesgo en las cercanías del arco canalla. Central por su parte, apostó a lastimar al rival con ataques verticales por las bandas, conducidos por Malcorra e impulsados por la potencia de Campaz.

Newells manejó la pelota gran parte de la segunda etapa, gracias a un mejoramiento en la actuación de Sforza y al incansable andar de Iván Gómez, quien en definitiva fue la figura del rojinegro. El canalla se mantuvo ordenado con puntos altos de rendimiento en los tres centrales (Komar-Mallo-Quintana) que evacuaron con prestancia cada intento del local, sobretodo en los últimos 20 minutos.

El pitazo final de Chavarría, de discreta performance, puso corolario al encuentro, para sellar una nueva igualdad, que nos lleva a escribir esta crónica de un empate demasiado anunciado. Este resultado le sienta mejor al canalla porque le permite disfrutar mejor de su buen momento y además, mantenerse en los primeros lugares de la tabla de posiciones. Newells, en cambio, esta igualdad con su tradicional rival, le sirve para levantar la confianza en el grupo, aunque el equipo sigue en deuda con su gente, porque la idea de juego ofensivo que todos sus hinchas se ilusionaban tener. todavía sigue sin aparecer.

Un clásico más ya forma parte de las estadísticas, un partido que dejó muy poco para el recuerdo. Por lo que estaba en juego y por los temores que genera siempre en el presente de los equipos, el empate era un resultado que asomaba con su lógica, para transformarse en una esperada crónica de un empate demasiado anunciado. La historia con el tiempo nos develará a quien le sirvió más haber terminado en pardas,  en un partido que se quedó en promesas de emociones incumplidas, como casi siempre ocurre entre rojinegros y auriazules, al menos, en los últimos tiempos.

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