ACV: por qué es necesaria la consulta de urgencia aunque los síntomas desaparezcan
Los síntomas de un ataque cerebral que desaparecen en menos de una hora, conocido como accidente isquémico transitorio (AIT), necesitan una evaluación de emergencia para ayudar a prevenir un ataque cerebral, según una nueva declaración científica de la American Heart Association publicada en enero último en su revista médica ‘Stroke’. La declaración ofrece un enfoque estandarizado para evaluar a las personas con sospecha de AIT, con orientación específica para hospitales en áreas rurales que pueden no tener acceso a imágenes avanzadas o un neurólogo en el lugar.
Un AIT es un bloqueo temporal del flujo sanguíneo al cerebro. Cada año, alrededor de 240,000 personas en los Estados Unidos experimentan un episodio de este tipo, aunque esta estimación puede representar un subregistro de los AIT porque los síntomas tienden a desaparecer en el plazo de una hora. Si bien el AIT en sí mismo no causa daños permanentes, alrededor de 1 de cada 5 de las personas que tienen un AIT sufrirán un ataque cerebral dentro de los tres meses posteriores, casi la mitad de los cuales ocurrirán dentro de los dos días. Por esta razón, es más preciso describir un AIT como un “alerta de ataque cerebral” en lugar de un “ataque isquémico transitorio”, como suele llamarse.
Los síntomas del AIT son los mismos que los del accidente cerebrovascular (ACV), solo que temporales. Comienzan repentinamente y pueden tener alguna o todas estas características:
*Los síntomas comienzan fuertes y luego desaparecen.
*Los síntomas suelen durar menos de una hora.
*Parálisis facial.
*Debilidad en un lado del cuerpo.
*Entumecimiento en un lado del cuerpo.
*Problemas para encontrar las palabras correctas/dificultad para hablar.
*Mareos, pérdida de la visión o dificultad para caminar.
Se puede utilizar el acrónimo F.A.S.T. para reconocer los síntomas de un ataque cerebral e identificar un AIT: F = face (rostro): rostro caído o entumecido; A = arms (brazos): debilidad en un brazo; S = speech (habla): dificultad en el habla; T = time (tiempo): tiempo de llamar al 9-1-1, incluso si los síntomas desaparecen.
“Diagnosticar con confianza un AIT es difícil, ya que la mayoría de los pacientes recuperan su funcionamiento normal para el momento en que llegan a la sala de emergencias”, comentó el doctor Hardik P. Amin, presidente del Comité de Redacción de Declaraciones Científicas, profesor adjunto de Neurología y director médico de Ataques Cerebrales en Yale New Haven Hospital, St. Raphael Campus en New Haven, Connecticut. “También hay variabilidad en todo el país en la evaluación que pueden recibir los pacientes con AIT. Esto puede deberse a factores geográficos, recursos limitados en los centros de cuidado de la salud o diferentes niveles de comodidad y experiencia entre los profesionales médicos”, añadió.
Por ejemplo, dijo Amid: “Alguien con síntomas de un AIT que acude a una sala de emergencias con recursos limitados puede no recibir la misma evaluación que recibiría en un centro certificado para ataques cerebrales. Esta declaración se escribió pensando en los médicos de salas de emergencias o los internistas: profesionales en áreas con recursos limitados que pueden no tener acceso inmediato a un neurólogo vascular y deben tomar decisiones desafiantes de evaluación y tratamiento”.
La declaración también incluye orientación para ayudar a los profesionales del cuidado de la salud a diferenciar entre un AIT y un “imitador de un AIT”, una condición que comparte algunos signos con el AIT pero que se debe a otras condiciones médicas como la hipoglucemia, una convulsión o una migraña. Los síntomas de un imitador de un AIT tienden a extenderse a otras partes del cuerpo y aumentar su intensidad con el tiempo.
QUIEN ESTA EN RIESGO
Las personas con factores de riesgo cardiovascular, como presión arterial alta, diabetes, obesidad, colesterol alto y tabaquismo, tienen un alto riesgo de sufrir un ataque cerebral y un AIT. Otras condiciones que aumentan el riesgo de sufrir un AIT son la enfermedad arterial periférica, fibrilación auricular, apnea del sueño y enfermedad de la arteria coronaria. Además, una persona que ha tenido un ataque cerebral previo tiene mayor riesgo de sufrir un AIT.
Después de evaluar los síntomas y el historial médico, las imágenes de los vasos sanguíneos en la cabeza y el cuello son una primera evaluación importante. Inicialmente se debe realizar una tomografía computarizada de cabeza sin medio de contraste en la sala de emergencias para descartar hemorragia intracerebral e imitadores de un AIT. También se puede realizar una angiografía por tomografía computarizada para buscar signos de estrechamiento en las arterias que van al cerebro. Casi la mitad de las personas con síntomas de TIA tienen estrechamiento de las arterias mayores que van al cerebro.
Una imagen de resonancia magnética (IRM) es la forma preferida de descartar una lesión cerebral (es decir, un ataque cerebral), idealmente realizada dentro de las 24 horas posteriores al inicio de los síntomas. Alrededor del 40 % de los pacientes que se presentan en la sala de emergencias con síntomas de un AIT recibirán un diagnóstico de ataque cerebral con base en los resultados de la resonancia magnética. Es posible que algunas instalaciones no tengan acceso a un escáner de IRM en la sala de emergencias y pueden admitir al paciente en el hospital para una IRM o transferirlo a un centro con acceso rápido a escáner.
Se deberán completar los análisis de sangre en el departamento de emergencias para descartar otras afecciones que puedan causar síntomas similares a los del AIT, como hipoglucemia o una infección, y para detectar factores de riesgo cardiovascular como diabetes y colesterol alto.
Una vez que se diagnostica un AIT, se recomienda un estudio de diagnóstico cardíaco debido a la posibilidad de que los factores relacionados con el corazón causen un AIT. Idealmente, esta evaluación se realiza en la sala de emergencias, sin embargo, podría coordinarse como una visita de seguimiento con el especialista apropiado, preferiblemente dentro de la semana posterior a sufrir un AIT. Se sugiere un electrocardiograma para evaluar el ritmo cardíaco y detectar fibrilación auricular, que ocurre en hasta el 7 % de las personas con un ataque cerebral o AIT.
La American Heart Association recomienda que el monitoreo cardíaco a largo plazo dentro de los seis meses posteriores a un TIA es razonable si la evaluación inicial sugiere un problema relacionado con el ritmo cardíaco como la causa del TIA o ataque cerebral.
Una consulta neurológica temprana, ya sea en persona o por telemedicina, se asocia con tasas de mortalidad más bajas después de un AIT. Si la consulta no es posible durante la visita de emergencia, la declaración sugiere un seguimiento con un neurólogo idealmente dentro de las 48 horas, pero no más de una semana después de ocurrido un AIT, dado el alto riesgo de sufrir un ataque cerebral en los días posteriores. La declaración cita investigaciones que indican que aproximadamente el 43 % de las personas que sufrieron un accidente cerebrovascular isquémico (causado por un coágulo de sangre) tuvieron un AIT dentro de la semana anterior al ataque cerebral.
EVALUACION POSTERIOR
Una forma rápida de evaluar el riesgo de un paciente de sufrir un ataque cerebral a futuro después de un AIT es la escala ABCD2 de 7 puntos, que estratifica a los pacientes en riesgo bajo, medio y alto según la edad (Age), la presión arterial (Blood pressure), las características clínicas (síntomas) (Clinical features), la duración de los síntomas (menos o más de 60 minutos) (Duration of symptoms) y diabetes (Diabetes). Una puntuación de 0 a 3 indica riesgo bajo, de 4 a 5 riesgo moderado y de 6 a 7 riesgo alto. En los pacientes con puntajes ABCD2 de moderados a altos, se puede considerar la hospitalización.
La colaboración entre los profesionales de la sala de emergencias, los neurólogos y los profesionales de atención primaria es fundamental para garantizar que el paciente reciba una evaluación integral y un plan ambulatorio bien comunicado para la prevención futura de ataques cerebrales luego del alta.
“La incorporación de estos pasos para las personas con sospecha de AIT puede ayudar a identificar qué pacientes se beneficiarían de la hospitalización, en comparación con aquellos que podrían recibir el alta de forma segura de la sala de emergencias con un seguimiento cercano”, comentó Amin. “Esta guía empodera a los médicos en entornos académicos tanto rurales como urbanos con información para ayudar a reducir el riesgo de ataques cerebrales futuros”.
Esta declaración científica fue preparada por el grupo de redacción de voluntarios en nombre del Comité de Atención Neurovascular de Emergencia del Consejo de Ataques Cerebrales y el Consejo de Enfermedades Vasculares Periféricas de la American Heart Association. La American Academy of Neurology afirma el valor de esta declaración como herramienta educativa para los neurólogos y está respaldada por la American Association of Neurological Surgeons y el Congress of Neurological Surgeons.