Más poder para Xi: China y el partido ingresan en una nueva era
El Partido Comunista Chino (PCCh) se reúne desde este domingo para un recambio en su cúpula jerárquica que ocurre solo dos veces por década y que se espera consolide al presidente Xi Jinping como el líder más poderoso de China desde Mao Tse-Tung.
Históricamente, cada diez años, este Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) ha servido como una virtual transferencia de poder en la que el máximo líder del PCCh, habiendo completado dos mandatos quinquenales, pasa la posta a su sucesor.
Pero este año, en contra de la tradición, se aguarda que Xi sea designado por tercera vez secretario general del partido -algo sin precedentes- e inaugure una nueva era de concentración de poder y de incertidumbre sobre cuándo y a quién dejará las riendas.
Por eso, el congreso que empieza el 16 de octubre en Beijing es visto como el más importante en décadas, y revelará mucho sobre el rumbo que tomará la segunda economía y una de las mayores potencias militares del mundo los próximos cinco años.
“El vigésimo congreso será un enorme evento para la vida política del partido y del país”, dijo Xi en enero pasado, seis meses después de que el PCCh cumpliera 100 años consolidado como una de las organizaciones políticas más grandes del mundo.
Con 69 años, Xi ocupa desde 2012 los tres cargos más altos de China: secretario general del PCCh y sus 96 millones de miembros; presidente de la Comisión Militar Central -comandante en jefe de las Fuerzas Armadas- y presidente del país.
Se espera que el mandatario retenga al final del congreso los dos primeros cargos, y que en marzo próximo vuelva a ser designado presidente durante la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional de China.
La Asamblea, máximo órgano legislativo del país, eliminó en 2018 el límite de dos mandatos presidenciales, allanando el camino para que Xi retenga el poder por tercera vez y, posiblemente, por tiempo indefinido.
¿Qué pasa en el Congreso?
Unos 2.300 delegados se reunirán durante una semana en el Gran Salón del Pueblo, a un costado de la Plaza de Tiananmen, para nombrar nuevos líderes, discutir cambios en la Constitución del partido y presentar una agenda política quinquenal.
En el primer día, Xi pronunciará un discurso para evaluar su mandato anterior y esbozar su plan para los próximos cinco años, luego de que en el congreso de 2017 prometiera una nueva era para el socialismo chino y un mayor protagonismo de China en el mundo.
Unos 400 de esos 2.300 miembros del partido serán seleccionados, mediante una votación general, para integrar su Comité Central.
Apenas terminado el congreso, el Comité Central elegirá a los 25 miembros de su Buró Político, que a su vez nombrará a los integrantes de su Comité Permanente, la élite de la élite política china.
Actualmente, el Comité Permanente tiene siete miembros, todo hombres, entre ellos Xi.
“La composición del Comité Permanente dirá mucho” del alcance de los poderes de Xi y, por ende, de la dirección de China, dijo a Télam el analista argentino Patricio Giusto, doctor en Estudios Internacionales que se ha especializado y ha vivido en China.
“Se descuenta que sus nuevos miembros van a ser mayoritariamente fieles a Xi, como en la renovación anterior”, aunque la duda es quién reemplazará al premier Li Keqiang, “que ha liderado la oposición interna a Xi, sobre todo en materia económica”, prosiguió.
“Uno de los rumores es que Li podría ser reemplazado por su vicepremier Hu Chunhua, que es una figura justamente referenciada en Li. Si eso sucede, significaría que Xi acepta seguir coexistiendo con esa facción interna predominante”, prosiguió.
“Si tenemos una composición con otros seis miembros, todos leales a Xi, ahí vamos a ver una concentración de poder total en sus manos y una relegación de la principal línea interna”, agregó.
Una vez ratificado en el cargo, el mundo estará expectante de la dirección que Xi dé a China en su tercer mandato, sobre todo en áreas clave como economía y relaciones exteriores.
Desafíos económicos
El Congreso sentará las bases para la designación de las principales autoridades en materia económica, incluyendo el presidente del banco central y al sucesor de Li como primer ministro, que es el jefe de Gobierno y dirige la política económica.
La economía de China ha crecido sin pausa en las últimas décadas, pero ahora enfrenta serias perturbaciones como resultado de las cuarentenas por el coronavirus, el aumento del costo de vida y una gigantesca crisis en su mercado inmobiliario.
Analistas dicen que gran parte del apoyo popular y de la legitimidad de la que goza el Gobierno chino obedece a la capacidad que ha mostrado para mejorar los ingresos y el acceso a buenos trabajos para cientos de los 1.300 millones de habitantes del país.
Por lo tanto, un mal desempeño económico en los próximos cinco años podría causar problemas políticos para Xi e inestabilidad política, algo que inquieta a los inversores.
Coronavirus
Mientras el resto del mundo volvió gradualmente a la situación previa a la pandemia, China se aferra a su estrategia cero covid, con restricciones de viaje, cuarentenas obligatorias y recurrentes confinamientos.
Además de las inconveniencias causadas a la población, la política también perjudicó los negocios.
Sin embargo, Xi prometió “luchar con determinación contra los discursos y acciones que pueden distorsionar, poner en duda o negar” la efectividad de la política de cero Covid.
Taiwán, Asia-Pacífico y Occidente
El congreso coincide con un punto álgido de la rivalidad entre Estados Unidos y China por la hegemonía global, agravada por la guerra en Ucrania, que reforzó una alianza entre Beijing y Rusia que asoma como contrapeso a la supremacía estadounidense.
Las relaciones con Estados Unidos se envenenaron todavía más en los últimos cinco años, y la política exterior más asertiva de Xi causó disputas con numerosos países como India, Canadá o Australia y otras naciones del Indo-Pacífico.
Países occidentales han criticado su retórica beligerante frente a la isla autónoma de Taiwán y acusado a China de abusos de los derechos humanos, especialmente contra la minoría uigur en la región occidental de Xinjiang.
Xi dice que Taiwán, a la que China considera una “provincia rebelde” y que desde hace décadas es aliada de Estados Unidos, deberá ser reintegrada en 2049, en el centenario de la República Popular, y no ha descartado usar la fuerza militar para lograrlo.
“En China hay bastante consenso en que las relaciones entre China y Estados Unidos y Occidente, en general, van a empeorar, van a tender a empeorar”, dijo Giusto.
“Tanto en el Partido Republicano como el Demócrata (de Estados Unidos) hay un sentimiento creciente anti-China que se traduce también en un sentimiento de gran parte del establishment” y de la opinión pública estadounidense, dijo.
“Esa tendencia es clara. Xi está convencido de eso, y quienes lo rodean también. Así que lo que podemos esperar es más tensión y más desafíos para administrar racionalmente esa relación y que no se desborde con un enfrentamiento militar directo”, agregó.