Siete de cada diez brasileños temen ser agredidos por la violencia política
Siete de cada diez brasileños temen ser agredidos durante la campaña para las elecciones del 2 de octubre por causas políticas, dice una encuesta divulgada este jueves por el instituto demoscópico Datafolha, luego de que se registraran dos asesinatos de electores del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva a manos de seguidores del mandatario Jair Bolsonaro.
El sondeo se da a conocer a poco más de dos semanas de las elecciones, consideradas las más polarizadas en números de la historia, con chances de que Bolsonaro pueda convertirse, si es que las encuestas aciertan, en el primer presidente que no puede lograr la reelección desde la vuelta de la democracia.
Preguntados si están con miedo de ser agredidos “físicamente por su elección política o partidaria”, el 67,5% respondió afirmativamente en el sondeo de Datafolha, para el que se entrevistó a 2.100 personas en un universo de 130 municipios representativos del país.
Los analistas consideran que el voltaje de violencia en la campaña es inédito desde la primera elección libre y directa de 1989, cuando Lula fue a segunda vuelta contra el vencedor, Fernando Collor de Mello, en un país que dejaba atrás a la dictadura militar (1964-1985).
Autoritarismo y democracia
La encuesta fue realizada a pedido del Foro Brasileño de Seguridad Pública y la Red de Acción Política por la Sostenibilidad y sirvió para comparar con otra de 2017 sobre autoritarismo y percepción de la democracia.
En 2017, el índice de una escala de 0 a 10 de apoyo a posiciones autoritarias era del 8,1, mientras que en 2022 cayó al 7,29.
En el marco de las amenazas del presidente Bolsonaro a desconfiar del sistema electoral y de los jueces electorales, el 88,1% respondió que quien resulte electo en octubre, sea en la primera o segunda vuelta, debe tener derecho a asumir la presidencia el 1 de enero.
Crímenes por causas políticas
Brasil se enfrenta a un clima de violencia política en esta elección, en el marco de la cual dos votantes de Lula fueron asesinados por expresar su intención partidaria en esta campaña.
El jueves pasado, en Mato Grosso, un bolsonarista mató de 15 puñaladas a un compañero de trabajo tras una discusión por política, luego de que el 9 de julio, en Foz do Iguazú, en el estado Paraná, el agente penitenciario bolsonarista Jorge Guaranhos asesinara a balazos al dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) Marcelo Arruda, que festejaba su cumpleaños con una remera con la imagen de Lula.
Tras el homicidio en Mato Grosso, Bolsonaro se negó a enviar condolencias a la familia de la víctima y dijo que el PT “es una plaga” que con su reelección “será barrido de la historia” porque “más que un partido de trabajadores es un partido de desocupados”.
Este miércoles, en Salto do Jacuí, Rio Grande do Sul, estado que tiene frontera con Corrientes y Misiones, un productor rural y activista de Bolsonaro murió al colisionar la camioneta en la que escapaba de la policía luego de haber chocado intencionalmente un automóvil que tenía adhesivos de Lula, conducido por una concejala del PT.
Miedos y amenazas
Se hizo cada vez más común que personas que van a actos de candidatos a diputados, senadores o gobernadores de PT no caminen por las calles o guarden sus banderas en los colectivos o subtes.
El candidato a gobernador del PT en San Pablo, Fernando Haddad, debió suspender un acto en Presidente Prudente, ciudad del interior, por las amenazas de muerte recibidas y denunciadas ante la policía.
En un shopping de Sao Bernardo do Campo, Gran San Pablo, un hombre se cruzó en una caminata de campaña de Guilherme Boulos, candidato a diputado del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y coordinador paulista de la campaña de Lula, y se levantó la remera mostrando una pistola en la cintura al grito de “Acá estamos con Bolsonaro”.
Al inicio de la campaña, dos actos de Lula fueron blanco de ataques: uno en Uberaba, Minas Gerais, donde bolsonaristas lanzaron desde un dron agrotóxicos sobre la multitud y otro en Río de Janeiro, en el cual un hombre tenía una bomba de fabricación casera.
A partir de esos episodios, Lula comenzó a usar chaleco antibalas y su equipo de campaña no desmiente que continúa usándolo cuando se le pregunta al respecto.
“Vivimos en una sociedad permeada por la violencia extrema y por el miedo”, comentó el presidente del Foro de Seguridad Pública, Renato de Lima.
Para Mónica Sodré, directora de Raps, la encuesta es positiva porque arroja que casi el 90% ve con buenos ojos el sistema electoral.
El duro trabajo de los encuestadores
El sondeo se conoce cuando empleados del Instituto Datafolha, del diario Folha de Sao Paulo, denunciaron amenazas de muerte durante el trabajo realizado esta semana en varios estados, sobre todo en polos agroganaderos como Goiás. Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Mato Grosso.
Encuestadores denunciaron que son llamados de “comunistas” y son filmados mientras trabajan haciendo las preguntas a los entrevistados.
Esto se da en medio del constante ataque a Datafolha que realiza Bolsonaro y varios de sus ministros, que consideran que la empresa miente en contra del mandatario de ultraderecha, que ocupa el Palacio del Planalto tras haber sido electo en 2018.
En uno de los casos, según informó Datafolha, un encuestador fue detenido por un policía en Río Grande do Sul y subido a un patrullero. Tras afirmar que era votante de Bolsonaro, el policía interrogó al encuestador y lo liberó, tras haber sido, literalmente, secuestrado por pertenecer a la empresa demoscópica.
La semana pasada, el sondeo del instituto Ipec para la TV Globo indicó que Lula cuenta con una intención de voto de 46% para el 2 de octubre, frente al 31% de Bolsonaro. Contando los votos válidos (sin blancos ni anulados), el líder del PT vencería con el 51%, aunque el margen de error es de dos puntos.